La justicia alemana sentenció este miércoles 24 de febrero a Eyad al Gharib tras hallarlo culpable culpable por haber sido cómplice de tortura del régimen sirio, delito considerado de lesa humanidad.
La Alta Corte Regional de Coblenza condenó al exmiembro de los servicios secretos sirios quien deberá cumplir una pena de cuatro años y medio de cárcel por haber participado en setiembre u octubre de 2011 en el arresto y encarcelamiento de al menos 30 manifestantes en un centro de detención secreto del régimen de su país.
El juicio contra Al Gharib crea un precedente por ser el primero en el mundo en que se juzga por delitos de lesa humanidad a miembros del Gobierno de Bashar al Asad quien es jefe de Estado desde el 2000. La fiscalía alemana invocó el principio de jurisdicción universal en crímenes graves para presentar un caso que afectaba a víctimas y acusados que estaban en Alemania.
Al condenado, de 44 años, se le imputaba complicidad en el transporte de prisioneros en la ciudad de Duma y la aplicación sistemática de tortura en un centro de detención conocido como Al Khatib o Unidad 251.
La Audiencia de Coblenza también se encuentra procesando judicialmente a Anwar Raslan, un exfuncionario sirio de mayor rango que estaba acusado de supervisar los abusos a detenidos en la misma cárcel cerca de Damasco.
Raslan habría vigilado la “tortura sistemática y brutal” de más de 4.000 presos entre abril de 2011 y setiembre de 2012, lo que produjo la muerte al menos de 58 personas. El veredicto para este segundo implicado sería en los próximos meses.
Ambos procesados llegaron a la nación europea en 2014, tres años después de abandonar su país, y se registraron como solicitantes de asilo. Sin embargo fueron otros refugiados quienes les identificaron como antiguos miembros de los servicios secretos del régimen, a lo que siguieron complejas indagaciones de la fiscalía alemana hasta presentar acusación formal contra ambos por torturas.
La condena de Al-Gharib “da a los sirios algo de esperanza de que este pueda ser el inicio de un camino a una justicia más plena”, dijo Balkees Jarrah, director asociado de justicia internacional en Human Rights Watch.