En EE. UU. se necesita que unos estados cambien la tendencia para que la oposición vuelva al poder. Y así sucedió este año tras la victoria del demócrata Joe Biden ante el actual presidente Donald Trump.
Diez días después de las elecciones del 3 de noviembre, Biden fue reseñado por los medios locales como el ganador en Georgia, un estado que aporta 16 votos electorales, con lo cual superó la cantidad obtenida por Trump hace cuatro años (304) y llegó a 306 delegados.
Trump venció en un estado importante como Carolina del Norte (15), pero no fue suficiente. Biden logró imponerse en feudos históricamente republicanos como Pensilvania y Arizona, con lo cual superó el umbral de los 270 votos electorales.
El analista político Henry Rafael indicó que básicamente “tres ejes” permitieron a los demócratas llevarse el botín en Pensilvania, Georgia y Arizona, donde el favoritismo era para Trump, tanto por historia como por su victoria allí en 2016 ante Hillary Clinton.
“El efecto del manejo de la pandemia, en general ha movilizado a una buena cantidad de estadounidenses a no respaldar a Trump por el temor de su manejo cuatro años más”, opinó. Sumado a esto mencionó el efecto del movimiento ‘Black Lives Matter’.
Rafael, quien tiene vínculos con el Partido Demócrata, apuntó que las encuestas recibidas tras los comicios “nos demuestran que la comunidad afroestadounidense ha vuelto a respaldar a los demócratas y dejó a los republicanos en ciudades donde tradicionalmente votaban por Trump”.
Mientras que en tercer lugar se refirió a la economía, no por resultados negativos, “sino por el temor del manejo de la pandemia, los votantes temen que la economía no vaya como se espera y consideran que Biden es una mejor opción”.
Un candidato demócrata no ganaba en Georgia desde 1992, mientras que Arizona no se teñía de azul desde 1996.
“En el caso de Arizona la división del Partido Republicano fue muy notoria”, comentó Rafael.
Una división que se acentuó cuando Trump lanzó duras críticas contra John McCain, veterano y senador por Arizona desde 1987 hasta su muerte en 2018. Trump llegó a decir en un evento de campaña que el republicano no fue un héroe de guerra, luego retiró sus comentarios pero no se disculpó.
Una serie de discrepancias que llevaron a su viuda, Cindy McCain, a respaldar a la oposición. “Somos republicanos, sí, pero estadounidenses ante todo. Solo hay un candidato en esta carrera que defiende nuestros valores como nación, y es Biden”.
El caso de Pensilvania, con sus 20 delegados, es singular. Generalmente los aspirantes se llevan casi la mitad de los votos cada uno y en esa contienda los demócratas se habían quedado con poco más de la mayoría entre 1992 y 2012, hasta que Trump superó a Clinton. Y ahora, con un 49,86 versus 48,9%, Biden consolidó su objetivo.
Donald Trump perdió, pero algunos de sus seguidores se manifestaban el sábado en Washington, convocados principalmente por grupúsculos de extrema derecha, para denunciar lo que ellos consideran como un “robo” electoral, pese a la ausencia de elementos concretos que acrediten esa acusación.
En su trayecto desde la Casa Blanca para ir a jugar al golf, el mandatario, que todavía no ha reconocido su derrota frente a Joe Biden una semana después de conocerse los resultados, pudo ver desde su limusina blindada a sus varios centenares de simpatizantes reunidos en el centro de la ciudad.
El convoy presidencial pasó y entusiastas gritaban “¡Cuatro años más!”, o “¡USA!” (AFP).