Una italiana a la que el cardenal Angelo Becciu le confió medio millón de euros y que terminaron usados para la adquisición de objetos de lujo, fue involucrada este miércoles 7 de octubre en el escándalo de malversación que sacude al Vaticano.
Espionaje, lujo, viajes, juegos de poder, todo con dinero de la Iglesia... Esa es la avalancha de informaciones que la prensa italiana publica a diario sobre el entramado que generó un agujero de 500 millones de euros en las finanzas vaticanas.
Según los diarios italianos Domani y el Corriere della Sera, el sustituto para la Secretaría de Estado (2011-2018), Angelo Becciu, entregó entre 500.000 y 600.000 euros a Cecilia Marogna, oriunda de Cerdeña, la región natal del cardenal, a través de una empresa con sede en Eslovenia y oficialmente experta en seguridad y relaciones internacionales.
Según la prensa, ese dinero se gastó en bolsos, zapatos y accesorios de lujo para la mujer de 39 años.
Cecilia Marogna reveló este miércoles a la prensa que el dinero en realidad servía para pagar la liberación de sacerdotes y monjas secuestrados en África o en Asia a través de operaciones secretas.
La joven recibió esos fondos por decisión del purpurado, cuando ocupaba el cargo de sustituto de la Secretaría de Estado, en la cúspide de la jerarquía vaticana.
En varias entrevistas explicó que su empresa Logsic, creada en 2018 en la capital eslovena, fue encargada de gestiones “delicadas para ayudar a la Iglesia en territorios difíciles” gracias a sus conexiones con “miembros de la dirección de los servicios secretos italianos”.
“No robé un euro” y “no soy la amante del cardenal Becciu”, afirmó Marogna al diario Domani y al Corriere della Sera.
La mujer se presentó como “una analista política y experta en inteligencia” que ha construido una red de relaciones en África y Oriente Medio y que por ello fue encargada de proteger las nunciaturas y las misiones de la Iglesia en esas regiones.
Varios medios recibieron un sobre anónimo con las cuentas de la empresa, entre ellos el programa de investigación televisado Le Iene, que viajó a Ljubljana. De acuerdo a ese documento, se gastaron unos 200.000 euros para comprar productos de lujo: unos 8.000 euros en Chanel o incluso 12.000 euros en Frau para un sillón.
“¡Después de tanto trabajo, creo que tengo derecho a comprarme un sillón!”, protestó Marogna, quien se siente víctima de las complejas intrigas del Vaticano.