El portavoz del Gobierno de Filipinas, Harry Roque, dijo que su presidente, Rodrigo Duterte, no probará la vacuna de Rusia contra el coronavirus hasta que sea segura.
El pasado lunes 10 de agosto el presidente de Rusia, Vladimir Putin, le dijo a su par que iba a suministrar la vacuna de manera gratuita para los filipinos. Esto lo informó el mandatario ruso horas antes de hacer público el medicamento.
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Duterte aceptó y destacó que iba a ser el primer filipino en colocarse la vacuna de Rusia públicamente.
Ese día Roque dijo que el mandatario de Filipinas tendría que colocarse el medicamento antes del 1 de mayo, es decir, unos días después del fin del ensayo de la fase tres.
“El 1 de mayo es cuando el PSG (grupo de seguridad presidencial) puede permitirlo, una vez finalizadas todas las pruebas necesarias”, dijo Roque a la prensa.
Sin embargo, numerosos científicos occidentales mostraron su escepticismo en cuanto a la rapidez con la que se habría desarrollado.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) reaccionó de manera prudente y recordó que la “precualificación” y la homologación de una vacuna exige un procedimiento “riguroso”.
El presidente Putin afirmó incluso que una de sus hijas había sido vacunada con la denominada Sputnik V, en referencia al primer satélite que la Unión Soviética puso en órbita en plena Guerra Fría.
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Filipinas, con 107 millones de habitantes, es el segundo país más afectado del Sudeste Asiático, después de Indonesia. La epidemia ya dejó 143.000 personas contagiadas y más de 2.400 muertos.
La semana pasada, más de 27 millones de personas fueron reconfinadas, especialmente en Manila y en las regiones cerca de la capital.