Adolf Hitler tuvo varios enemigos, pero ninguno como Hans Litten, un joven abogado judío que tenía una profunda aversión contra el nazismo. El primer encuentro entre ambos se dio en 1931 frente a un jurado. El líder ‘ario’ había sido citado con varios de la cúpula, como Joseph Goebbels, para responder por el crimen de Sturmabteilung (SA, en siglas), un grupo paramilitar que meses atrás había acribillado a unos comunistas en una fiesta en el palacio de baile Eden en Berlín.
La fecha exacta del juicio fue mayo de 1931 y en total se acusó directamente a cuatro integrantes de la SA como autores del baño de sangre en el recinto. Hans Litten, un hijo de judíos que se había perfilado como uno de los principales disidentes del partido nacional-socialista, tomó las riendas de este caso sin pensarlo dos veces.
A pesar de que hubo testigos del trágico hecho, el Führer había jurado días antes del juicio que la SA era una organización dedicada a la ilustración intelectual. Litten, sin embargo, no creyó en su palabras y se autoasignó el trabajo de desmentir la declaración.
Hans Litten. (Foto: Reddit)
Uno de los momentos más bochornosos del interrogatorio fue cuando Litten le dijo que si está comprometido con la ley, ¿porqué viene con tantos hombres armados? En ese momento, el líder nazi se exasperó y de tanta impaciencia le sacó lustre a su verdadera identidad lanzando gritos en todo el auditorio. “Eso es una locura”, gritaba.
Pero la parte más dura llegó casi al final. El abogado armado de evidencias indicó que Joseph Goebbels, futuro ministro de propaganda nazi, estaba orquestando un autogolpe al Estado. Estaba, además, intentando buscar adeptos a través de la distribución de panfletos. Esta acusación provocó que Hitler nuevamente gritara: “Esa afirmación no tiene ninguna evidencia que lo soporte”.
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Hans Litten nació en 1903. Era hijo de una familia clasemedista compuesta por judíos. De niño fue sobresaliente respecto a sus pares. Al terminar el colegio, motivado por su padre, estudió Derecho hasta graduarse. Su principal motor fue proteger a las más afectados. Apenas apareció el nazismo en el radar político alemán, supo que nunca los apoyaría. Sobre todo porque profesaban un odio profundo a las personas de su estirpe.
Hitler fue interrogado por Hans Litten como testigo después de que la Sturmabteilung (SA, en siglas) acribillara a varios comunistas en una fiesta en el palacio de baile Eden en Berlín.
El triunfo de Litten sobre Hitler fue indiscutible, aunque con el tiempo haya permanecido esta historia en el anonimato. Lo único cierto es que el líder nazi no soportó que lo ridiculice a tal punto que exigió que nunca le volvieran a repetir su nombre.
Cuando el Führer alcanzó el poder en Alemania, la historia dio un viraje. Aprovechando su hegemonía, pidió inmediatamente el arresto del joven abogado. Durante cinco años lo tuvo en varios campos de concentración como los de Sonnenburg, Dachau y Buchenwald, los más peligrosos. En estos puntos fuego golpeado brutalmente, pero él nunca cambió su posición de antagonista.
Hans Litten, antes de morir, leyó el poema “Los pensamientos Libres” para renovar su antagonismo contra el líder nazi Adolf Hitler, el dictador más temido del siglo XX.