Sarah Hegazy, reconocida activista por los derechos de las personas LGBTI, se suicidó este domingo a los 30 años en Toronto (Canadá), donde estaba autoexiliada de su natal Egipto, lugar en el cual sufrió encarcelamiento, torturas y hasta abuso sexual tras presentarse con una bandera del movimiento homosexual en un concierto.
Antes de quitarse la vida, la joven dejó escrita una carta en la que pide disculpas a su colectivo por su decisión. “A mis hermanos: intenté sobrevivir, pero no pude. Perdónenme. A mis amigos: la experiencia fue demasiado dura y fui débil, perdónenme. Mundo: fuiste cruel en gran medida, pero te perdono. La prisión me mató, me destruyó”, señaló.
Hegazy se hizo conocida en 2017 por flamear una bandera arcoíris, símbolo de la comunidad LGBTI, durante un concierto de la banda de rock libanesa Mashrou’ Leila, cuyo líder es homosexual. Posteriormente, la policía de Egipto capturó a unos 70 asistentes al evento, entre ellos la joven, quien pasó tres meses en prisión.
“Entraron en mi casa preguntándome si mantenía mi virginidad y por qué no llevaba el hiyab. Tras ello, me sometieron a una descarga eléctrica sin más presentación. Después vinieron más descargas eléctricas durante los interrogatorios, entre gritos e insultos. Animaron a mis compañeras de celda a violarme”, relataba la activista.
Tras mudarse a Canadá, Hegazy siguió denunciando la represión en su patria y respaldando los derechos de minorías como la suya. No obstante, ella también hizo conocer los efectos psicológicos que le dejaron las torturas y el maltrato sufridos.
Egipto no prohíbe explícitamente la homosexualidad, pero suele arrestar a personas por su orientación bajo el cargo de “libertinaje público”, según recuerda la cadena Deutsche Welle. En dicho país también se conocieron recientemente casos de mutilaciones genitales, pese a estar prescritas por la ley.