Las autoridades de Botsuana, al sur de África, encontraron los restos de más de 110 elefantes en el noroeste del país. Los motivos de sus muertes son un misterio y objeto de investigación por parte de las autoridades, que ya han descartado las hipótesis del envenenamiento, el ántrax o la acción de los cazadores furtivos.
A fines de mayo, las autoridades del país africano hallaron los cadáveres de 54 elefantes en la región del Delta del Okavango. Hasta entonces, se habían encontrado otros 56 cuerpos desde marzo. Ninguno mostraba signos de violencia y sus cuerpos estaban intactos, lo que desechó la posibilidad de que hubieran caído en manos de los cazadores.
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“Todos los cadáveres recuperados no muestran signos de caza furtiva”, señaló Dimakatso Ntshebe, director regional de vida salvaje del gobierno de Botsuana, a la agencia Bloomberg News.
Las autoridades también están convencidas de que los animales no fueron envenenados. “Algunos carroñeros que se alimentan de los cuerpos de elefantes habrían muerto, pero ese no fue el caso”, afirmó Ntshebe tras el hallazgo de 12 cuerpos a mediados de mayo.
Según información del portal Botswana Safari News, los primeros análisis practicados a los cadáveres también descartaron la hipótesis de muerte por ántrax, una enfermedad bacteriana que afecta la piel y los pulmones, pudiendo causar úlceras y neumonía.
Hay demoras en la investigación debido al cierre de fronteras por el coronavirus que impide enviar las muestras a otros países de África para su análisis.
El gobierno de Botsuana, país con la mayor cantidad de elefantes en el mundo, levantó la prohibición de la caza de estos animales el año pasado, e incluso dio licencia para la cacería de 60 ejemplares en febrero de este año.