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Zhang Ji Xian, la primera doctora que detectó al COVID-19

Personalidad. La médica china de 54 años fue la primera en dar la alerta a las autoridades del hospital de Wuhan y de la provincia de Hubei. Antes había combatido contra la epidemia del SARS en el 2003.

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ZHANG JI XIAN

Por: Carlos Paúcar

Es pequeña y parece tener un cuerpo débil. En una calle cualquiera podría pasar inadvertida. Pero en la provincia de Hubei y ahora en toda China Zhang Ji Xian se ha convertido en un ícono de la lucha contra el nuevo coronavirus.

Para nada débil. Ella es la mujer enérgica que lideró un equipo en Wuhan, la primera médica en descubrir el nuevo coronavirus y en dar la alerta en la provincia de Hubei.

En el momento en que explotó el contagio, Zhang Ji Xian (54) era la directora del Departamento de Medicina Respiratoria e Intensiva del Hospital de Hubei. No era casual el cargo. Ya había participado en la “guerra” contra el SARS en el 2003. Tenía mucha y valiosa experiencia.

Una mañana del 26 de diciembre, una pareja de ancianos llegó al hospital. Zhang estaba de servicio. Tenían fiebre y tos. Pero en la tomografía computarizada de los pulmones había algo peculiar, por lo que la doctora frunció el ceño. “Hay un problema aquí”, pensó.

La especialista notó diferencias con la neumonía causada por virus comunes, unos nódulos despertaron su sospecha.

Zhang señaló al hijo de uno de los ancianos, que lo estaba cuidando, y, aunque no tenía síntomas en ese momento, le hizo exámenes y detectó lo que sospechaba, sus pulmones estaban infectados. “Generalmente solo un paciente de una familia llega al médico, no tres personas con el mismo mal y al mismo tiempo, ¡a menos que sea una enfermedad infecciosa!”.

Pronto, se confirmó la conjetura de la doctora. Ese mismo día, otro comerciante de un mercado de mariscos resultó con síntomas y resultados iguales a la familia. Zhang Ji Xian comenzó a darse cuenta de la gravedad del asunto. El 27 de diciembre informó la situación de las cuatro personas al departamento médico del hospital y luego al centro de control de enfermedades de Jianghan, en Wuhan.

El 28 y 29 de diciembre, llegaron otros tres pacientes. Ese domingo 29 acudieron al llamado del decano del hospital, Xia Wenguang, 10 expertos de varias disciplinas y discutieron los casos. Se sorprendieron al detectar un denominador común, las personas habían ido al mercado de mariscos.

Ese domingo, tras recibir el informe, el Departamento Provincial y Municipal de Salud y Control de Enfermedades instruyó a los nosocomios para que inicien formalmente una investigación epidemiológica.

“Nosotros los médicos tenemos una comprensión diferente de ‘urgente’. No podemos esperar más de una o dos horas”, dijo Zhang al Global Times.

Decisiones inmediatas

Con la experiencia de lucha contra el SARS, Zhang sabía que “cuanto antes se descubra la epidemia, más beneficioso es controlarlo”. Ordenó en los primeros días aislar a los sospechosos, pidió separar un área y organizó los casos en la zona.

Advirtió al personal médico del peligro del contagio e indicó la urgencia de protegerse, incluso con lonas gruesas, que se compró por la Internet.

Esas prendas de lona se usaron hasta el 20 de enero. Ese día, se confirmó que la nueva neumonía por coronavirus se transmitía de persona a persona, y fue entonces que el hospital equipó a Zhang y sus colegas con ropa protectora de tres niveles. Ella solicitó que los suministros del área de cuarentena no se mezclen con otros pacientes. Y se trató todos los desechos médicos por separado. Zhang tuvo presente las lecciones del SARS, muy dolorosas. Recordó una frase, “nada es demasiado, hay que hacerlo todo”.

A inicios de febrero, en una entrevista con CCTV, Zhang Ji Xian contó que desde el brote no había tenido descanso. Incluso había llegado a vivir en un hotel al lado del hospital para seguir trabajando y también, por supuesto, para ayudar al aislamiento de su familia.

En esa entrevista reveló que no era de hierro, contó que se derrumbó más de una vez. Algunos pacientes desarrollaban el mal demasiado rápido, a veces no había más ropa protectora, o se usaba la mascarilla casi desgastada. “¡He derramado todas las lágrimas de mi vida de una vez!”, reveló, compungida.

Sufrió falta de sueño y agotamiento físico severo. Comentó que había hecho todo lo posible y que estaba muy orgullosa de su equipo médico. Una pequeña gigante, no reconocida por la prensa occidental.

El caso de Li Wen Liang

Hay quienes cuestionan el manejo de las autoridades chinas, especialmente en su fase inicial. Opinan que hasta el 19 de enero no hubo medidas efectivas para evitar la epidemia. Zhang y su equipo habían dado con el mal, y optaron por seguir el procedimiento. Y el 30 de diciembre 8 médicos, entre ellos el oftalmólogo Li Wen Liang (34), enviaron mensajes por WeChat advirtiendo del virus similar al SARS, basado en el informe de Zhang. Sus voces fueron acalladas por el aparato “de estabilidad” chino. El 7 de febrero falleció Li, por Covid-19. Se convirtió en ícono de frustración ante el poder, que no actuó rápido ante el informe de Zhang y la fi ltración de Li. En Weibo han pedido limpiar la memoria de los 8 de Wuhan.