Por María José Vargas y Ernesto Carrasco.
Llegar a Perú no fue fácil para Daphne Mejías, quien tardó un mes en su travesía por tierra. Tener que tomar la ruta de la Amazonía (Brasil) fue la opción más viable para ella debido al cierre de la frontera entre Colombia y Venezuela, hace casi dos años.
Es madre de tres mujeres y aunque proviene de una familia pequeña, decidió salir en búsqueda de un mejor futuro y poder ayudar a los suyos.
Su hija menor vino con ella, la define como su “eterna compañera” y juntas han tenido que pasar momentos duros en medio del proceso migratorio. Afirmó que hace “un montón de cosas” para ganarse la vida, pero no deja de extrañar su olores y sabores de su natal, Venezuela.
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“Quería aportarle a mi familia y brindarle mejor calidad de vida. Sin duda, era la opción que tenía para el momento”, contó Daphne a La República, quien recordó que la travesía por Brasil fue ardua debido al invierno.
“Fue traumático poder llegar a Perú. Solo en Brasil, pasamos 21 días para poder obtener algo de dinero y así continuar con nuestro viaje, el cual duró un mes.”, precisó la cocinera de 44 años.
Daphne no escatima en ayudar a sus seres queridos desde Perú ante la grave crisis económica que tiene Venezuela. “Sí envío dinero, a mi mamá y a mis otras hijas. En otras oportunidades, también a algunos amigos que estaban pasando por situaciones difíciles, sobre todo de salud y es que en esos momentos no podemos hacernos la vista gorda, pues los amigos también son familia”, manifestó.
Desde que llegó al país no ha dejado de trabajar y se abrió paso en el mundo gastronómico. La sazón de Daphne se pone de manifiesto elaborando deliciosos rellenos a las arepas que ofrece Food truck, ubicado en Chorrillos. Además, está al frente de un emprendimiento propio.
La espigada mujer confesó a La República que ha sido víctima de xenofobia en el Perú, pero insiste en que no les presta mucha atención. "En una oportunidad, una señora empezó a gritarme: “venezolana vete para tu país”, en medio de un problema que había surgido en una cola en un supermercado. Yo le respondí y ella me dijo: “ afff, es que eres venezolana, vete para tu país”, describió.
Mejías no se arrepiente de haber salido de Venezuela, pese a los momentos difíciles que le ha tocado vivir fuera de casa. “No, no me arrepiento para nada. Yo sé que la travesía de nosotras dos fue bien dura, pero el aprendizaje ha sido maravilloso", precisó.
Dijo, además, que no le encantaría regresar a su país, pero en su debido momento. Hizo un llamado a sus paisanos venezolanos a no victimizarse por el hecho de ser migrantes. “Es momento que veamos esto como algo que nos pueda ayudar a transformarlo en una forma de vida”, expresó.
Para la mujer, de 44 años, la mujer venezolana es estigmatizada en la sociedad peruana y exigió respeto por cada una de las que han llegado al país. “Conozco a muchas mujeres venezolanas que están acá trabajando a pulso por sus hijos. Sin embargo, existe un pequeño grupo que quiere algo más fácil. En mi caso, yo no juzgo a nadie, cada uno hace con su vida lo que quiere. En conclusión, la mujer es mujer y merece respeto”, remarcó.
Visiblemente afectada, Mejías recordó lo que más extraña de Venezuela y las enumeró. “De mi país extraño todo y me tocas la fibra. Extraño mi familia, extraño mis sabores, mis olores, mi Cerro El Ávila en Caracas y los sabores de Barquisimeto. Extraño a mi mamá. Extraño a mis hijas y a mis perros. Extraño todo", mencionó.