El mexicano Abel Revill Ochoa fue ejecutado en una cárcel de Texas, el pasado jueves 6 de febrero poco antes de las 19:00 horas. En 2002, asesinó a cinco miembros de su familia, razón por la que en 2003 lo condenaron a pena de muerte.
Tras ser detenido, el asesino argumentó que “había sido poseído por el diablo”. Sin embargo, sus parientes afirman que asumió el castigo de pena de muerte con tranquilidad, pues decía ser “hombre de Dios”.
Previo a su ejecución, a modo de últimas palabras, espetó: “Quiero pedir perdón a mi familia política por todo el dolor que causé”. Poco después, su vida se diluyó en los fluidos de la inyección letal.
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Foto: Captura de pantalla.
Un fatídico 4 de agosto del año 2002, la familia Revill había acudido a una iglesia en Dallas, Texas. Al regresar, Abel le pidió 10 dólares a su esposa para comprar crack, droga a la que era adicto. Al consumir todo el paquete, el padre de familia quiso comprar más.
Ante la negativa de la esposa, Abel Revill sacó la pistola que guardaba en su armario y abrió fuego contra su familia. De este altercado, murieron su esposa Cecilia, sus dos hijas, una de 7 años y la menor de 9 meses, una de sus cuñadas y su suegro.
La única sobreviviente fue Alma, hermana de su esposa, gravemente herida. Todos los demás murieron en el acto, entre ellos Crystal, su hija mayor, a quien acribilló con cuatro balazos. Abel llevaba diez días de abstinencia antes de consumir crack aquella tarde, y fue detenido 30 minutos después.