Una fémina de 19 años, no pensó que salir a disfrutar de una fiesta por fin de año, junto con sus amigos de la universidad de Londres, Inglaterra, se convertiría en la peor de sus pesadillas tras ser violentada sexualmente por un exprisionero.
Esa misma noche, ella le envió un mensaje de texto a su madre prometiéndole cuidarse mientras el grupo se subía a un taxi camino a un pub local.
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La fémina cuenta que lo último que recuerda fue que tomó una bebida, vodka con coca cola, en el auto mientras se encontraban camino a la discoteca.
Horas después, la mujer despertó en un vehículo con una manta alrededor de los hombros y la ropa interior a la altura de los tobillos.
“Estaba en pánico, no sabía qué hacer, no recordaba nada”, declaró Maxwell.
La policía la encontró deambulando por las calles y la llevaron hasta la dependencia policial más cercana, donde le pidieron que dejara el vestido que llevaba puesto y su ropa interior; asimismo, contactaron a su madre.
Obi Forgive, agresor de la fémina.
Al día siguiente, un inspector se comunicó con la joven y le sugirió que se sometiera a una prueba forense, la cual ella rechazó; sin embargo, después de ver los hematomas que presentaba y el dolor en la ingle que padecía decidió hacerlos.
Ella fue al hospital y las pruebas confirmaron que había sido agredida sexualmente y que la bebida que había consumido fue contaminada con una droga.
Luego los policías, descubrieron un video de las cámaras de videovigilancia en el que se aprecia cómo su atacante sale con ella del pub y horas después regresa a la discoteca solo en busca de otra víctima.
Una semana después los oficiales pudieron capturarlo y purgará una condena de 11 años; asimismo, será incluido en el registro de delincuentes sexuales de por vida.