Un equipo de biólogos en Estados Unidos asegura que nuestros intentos por exterminar las ratas urbanas pueden estar provocando que se cree una nueva especie: las superratas. Según los investigadores, liderados por el profesor Jonathan Richardson, después de cada ‘limpieza’, estos roedores regresan, pero más adaptadas, y vuelven a poblarse.
El estudio se basa en ratas urbanas de Churchill Square, en la ciudad de Nueva York. Según recoge la BBC, los roedores fueron eliminados con control de plaga un par de años atrás. No obstante, volvieron a aparecer y de manera mucho más sobrepoblada.
“Era mediodía y las ratas se contaban de a decenas, corriendo en todas las direcciones. Nunca había visto tantas ratas en un área tan pequeña”, describe Richardson en un artículo para The Conversation.
Las ratas pueden mediar hasta 50 centímetros, del tamaño de un gato.
El biólogo afirma que es común encontrar este tipo de fenómenos, ya que las ratas “se recuperan rápidamente después de que termina una campaña de control de plagas”. A este efecto se le conoce como el efecto boomerang.
No obstante, él y su equipo notaron que las nuevas ratas eran esencialmente diferentes a las que le precedieron.
Los científicos explican que las ratas urbanas que logran sobrevivir a los intentos de exterminio presentan ciertos rasgos que las harían capaces resistir o evitar la exposición a trampas, venenos y otras fuentes de mortalidad. Además, producen más crías y les heredan estas útiles características.
¿Cómo afecta esto a los humanos? Lo anterior es señal de que podría estarse generando una nueva población de ‘superratas’, por lo tanto, la infestación de estos roedores podría ser aún mayor.
De hecho, ya se han identificado versiones específicas de genes que hacen que los venenos para ratas comunes sean ineficaces. Estas mismas variantes genéticas han sido halladas en algunas poblaciones de roedores que fueron expuestas anteriormente a tóxicos mortales.
No obstante, existe también la posibilidad de que la mutación genética provoque el nacimiento de ratas enfermizas.
“Los biólogos saben desde hace tiempo que puede haber consecuencias negativas severas para las poblaciones que crecen de la diversidad genética, tal como sucede con los riesgos de endogamia en los humanos”, asegura el experto.
Al eliminar a gran parte de una población de ratas, la variedad genética en la reproducción se reduce notablemente. Esto podría afectar a los descendientes, que nacerían más débiles.
Precisamente, saber si el intento de ‘controlar’ las pestes de roedores provocaría la generación de ‘superratas’ o, por el contrario, ratas enfermizas es la tarea que tienen Richardson y su equipo.
“Los conocimientos genéticos pueden proporcionar la forma más práctica de evaluar los impactos de los esfuerzos de control y de establecer formas estandarizadas de medirlo para ciudades en todo el mundo. Sin embargo, sabemos que el control de ratas urbanas necesita progresar más allá de solo tratar de envenenarlas”, explica el experto.
“Deberá centrarse en objetivos sostenibles y a largo plazo, reduciendo las poblaciones a números tolerables utilizando herramientas variadas. Incluso, el enfoque de baja tecnología, pero más efectivo, de reducir la disponibilidad de basura y la instalación de canecas de desechos a prueba de roedores”, concluye.
Son diminutas, pero precavidas, por decirlo menos. Un estudio científico, publicado en la revista Australian Mammology, demuestra que las ratas acuáticas —o rakali— ostentan una ‘precisión quirúrgica’ al momento de cazar sapos venenosos, pues han aprendido a diseccionarlos a fin de darse un festín con los hígados y corazones.
La historia de los sapos de caña tiene diversos vaivenes. Al principio, según detalló BBC Mundo, fueron incluidos en los hábitats australianos, en 1935, bajo el ‘precepto’ de darles muerte a unos escarabajos invasores. Sin embargo, sus capacidades de adaptarse al entorno hicieron que emigraran hasta 60 kilómetros por año. ¿El perjuicio? Otras clases de depredadores desaparecieron.