Paula Lugones, Clarín
¿Por qué en varios países de América Latina la sociedad cuestiona a sus gobiernos?
Después de varias décadas de democratización, saliendo de los gobiernos militares, construyendo las instituciones y las prácticas democráticas, la región ya está en la segunda fase: cómo utilizar las instituciones y los procesos democráticos para construir una sociedad democrática donde se atacan los males como la pobreza, la desigualdad y la exclusión social. Cada país está enfrentando eso de maneras diferentes. Pero la construcción de una nueva clase social, que es la clase media, ha abierto un nuevo espacio político, en donde la ideología no tiene tanto impacto como la habilidad de los gobiernos para lograr los pasos necesarios para el cambio democrático en la sociedad con el fin de terminar con la desigualdad, la pobreza y la exclusión social.
¿Exigen nuevo rol del Estado y de manera de gobernar?
-Ya no es suficiente la retórica y ya no es suficiente la reclamación ideológica. Los gobiernos tienen que producir hechos que demuestren que la sociedad está avanzando. También tienen que construir economías donde la clase media no se sienta vulnerable.
En Bolivia o Chile la economía creció en las últimas décadas. ¿Es cuestión de reparto?
En Bolivia es diferente porque los temas no eran la economía, ni la estabilidad política, sino que tenía que ver con las ambiciones de Evo Morales y los límites que el mismo pueblo de Bolivia decidió imponer. Pero en el caso de Chile, el ingreso per cápita es de 25 mil dólares, pero el 50% del país gana 500 dólares o menos por mes. O sea, hay una gran brecha y ellos sienten en carne propia esta desigualdad en la sociedad. Ellos han tenido éxito no solo en construir una clase media sino también una mentalidad de la clase media de aspiraciones económicas y sociales y con un Estado en donde la privatización ha sido extensa. Hay muchos chilenos que no solo se sienten vulnerables en términos económicos, sino que también tienen dudas sobre la capacidad del Estado y del Gobierno de que hagan lo que es necesario para protegerlos.
¿Los gobiernos se desconectaron de lo que siente el ciudadano común?
Esto no solo pasa en países latinoamericanos sino también en las grandes democracias del mundo como en los EE.UU., en Inglaterra, en Francia, Líbano. Hay una efervescencia política y democrática. Mi tendencia es verlo de una manera positiva. El pueblo mismo es el que quiere participar y no está satisfecho con el trabajo representativo de muchos partidos y muchos líderes, sienten una distancia con sus élites políticas. Están buscando nuevas maneras de presentar sus demandas al Gobierno. Es un momento en el que nuestros líderes políticos, nuestros partidos tienen que despertarse y escuchar muy bien lo que están diciendo sus pueblos y sus votantes.