Hicieron lo que su instinto bélico ordenó. Luego de que el gobierno de Estados Unidos anunciara su retiro de la zona norte de Siria (tras una ardua lucha contra el Estado Islámico y con el apoyo del ejército kurdo), Turquía ha decidido intervenir militarmente dicha región y reprimir al pueblo de Kurdistán.
El objetivo turco es simple: continuar la erradicación del EI y del PPK (Partido de los Trabajadores de Kurdistán), además de reubicar a los refugiados que huyeron a Turquía tras el conflicto armado en Siria.
Kurdistán es un territorio de Oriente Medio repartido entre cuatro naciones: Turquía, Irán, Irak, Siria y un minúsculo enclave en Armenia. Sin embargo, aún no son reconocidos como estado pese a sus reclamos durante largos años.
Se cree que alrededor de 35 millones de personas integran el llamado ‘Pueblo Kurdo’. Además, poseen una lengua propia y una cultura milenaria, la mayoría son musulmanes sunitas y otros profesan distintas religiones o creencias.
Pero uno de los momentos más adversos para Kurdistán en su historia fue cuando en 1923 se firmó el Tratado de Lausana, el cual delimitó las fronteras de Turquía y dejó de lado la formación de un Estado Kurdo. Desde esa fecha, toda intención independentista de los kurdos ha sido reprimida.
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Las fuerzas kurdas fueron ese respaldo para que los estadounidense pudiesen llegar hasta el norte de Siria, conocer el territorio y combatir contra el Estado Islámico.
Luego de cuatro años de alianza entre Estados Unidos y los kurdos para contrarrestar y erradicar al grupo terrorista ISIS, el presidente estadounidense decidió retirar sus tropas de dicha zona y dejarlos a merced del enemigo.
Sin embargo, ante las contantes criticas, Trump escribió un tweet y negó haber dejado desamparado al ‘pueblo kurdo’.
“Puede que estemos abandonando Siria, pero de ningún modo hemos abandonado a los kurdos, que son un pueblo especial y unos luchadores maravillosos”, sostuvo Trump vía sus redes sociales.
Además, advirtió que tras un posible uso de la “fuerza innecesaria” contra los kurdos, Turquía recibiría fuertes sanciones económicas.
Desde 1984, el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), quien busca un territorio autónomo para los kurdos en Turquía, ha librado distintos enfrentamientos contra el ejército turco, visto por Ankara como una amenaza para sus intereses geopolíticos.
Y es que el Partido de los Trabajadores de Kurdistán, ha sido vetado en Turquía y juzgado como un grupo terrorista por Occidente.
Durante muchos años, los kurdos siempre han recibido un trato hostil por los turcos, siendo perseguidos y desplazados a diferentes partes del país transcontinental.
En 2015, luego de un atentado que el ISIS se atribuyó, murieron 33 jóvenes en Suruc, ciudad kurda que limita con la frontera de Siria. El PKK culpó al gobierno turco de ser cómplice del ataque terrorista.
Por otro lado, después de los ataques de las milicias turcas en la zona fronteriza, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, declaró que su única finalidad es suprimir al ejército kurdo para que abandonen la zona norte de Siria y los más de 3 millones de refugiados sirios regresen a una “zona segura”.
Esto llevó a que las Fuerzas Democráticas Sirias salgan al frente y manifestaran que “el noreste de Siria está al borde de una posible catástrofe humanitaria” y, que defenderán su sobenaría a "cualquier precio”, a raíz de la llegada de los turcos a su territorio.