El golazo musical de Azucena Calvay Díaz en el escenario de Los Rebeldes de la Cumbia es el mix “Dejar de amarte”. Con solo tres semanas al aire, la canción acumula 3 millones de vistas en YouTube y es tendencia en TikTok. El éxito se debe a “la bendición de Dios”, asegura la chiclayana de 21 años, quien, además de cantante, construye otras facetas: es estudiante de Medicina Humana en la Universidad Señor de Sipán, hincha de Alianza Lima e hija única de un matrimonio que le otorga sostén anímico desde que inició, a los 13 años, su camino en el rubro artístico.
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Si bien sus padres —Luis Adrián y Kelly— solían llevar a la pequeña Azucena a restaurantes con música en vivo, fue su abuelo, un baladista acérrimo, quien le enseñó a cantar. Ella tenía 9 años y su única experiencia se había forjado en las presentaciones escolares. Cuatro años después empezaría su recorrido profesional.
Azucena participa en una actividad escolar navideña. Foto: archivo de Azucena Calvay / composición de Gerson Cardoso / La República
“Mi primera presentación fue en un bautizo, un evento privado. Me llamó el grupo Los Hermanos Mendoza”, detalla la artista, y recuerda que la canción con la que debutó fue “Amor de mis amores”.
Su repertorio se nutrió, así, de covers y admiración hacia figuras femeninas: Isabel Pantoja, Eva Ayllón y Lucía de la Cruz. No va con ella la autoría de temas, confiesa. Sin embargo, no necesita esa habilidad: ha sabido ganarse a sus seguidores a través de corillos pegadizos y voz enérgica.
“Estuve mucho tiempo con Los Hermanos Mendoza, luego con Los Anadaluces de Ferreñafe. Después con un grupo de Monsefú, Suena Reflejos. Pasé a Los Rebeldes de la Cumbia, nos ‘hicimos’ en pandemia. De ahí ingresé a Los Claveles de la Cumbia, en el cual estuve un año y un mes, pero por motivos de estudio me vine nuevamente a Chiclayo, a Los Rebeldes de la Cumbia”, detalla Azucena.
En esta última orquesta ha sabido pisar fuerte y provocar las críticas positivas de un público que entona, con cerveza en mano, “Yo no lloro de dolor, son lágrimas de amor”.
Entre concierto y concierto, Azucena saca el tiempo para enfocarse en su otra pasión: la Medicina Humana: “Estudio todas las mañanas y trabajo tardes y noches. Los días que tengo libres, miércoles y jueves, me dedico a mi familia”. Cursa el décimo ciclo y la organización ha sido pieza clave para un rendimiento oportuno.
También lo ha sido su carácter achispado. “Yo soy así, chacotera. No soy tan callada. Me gusta estar con mi público, soy de barrio”, recalca. Asegura también que deja todo en manos de Dios y que, por su cuenta, hace lo que le corresponde: “Yo sigo aprendiendo porque la música, como cualquier estudio, no tiene límite”.