Más vigente que nunca. Raphael es uno de los cantantes más famosos y exitosos de todos los tiempos. Con una trayectoria de más de 60 años, es considerado como uno de los divos de la balada melódica y romántica. Su música ha sido el soundtrack de millones de personas en todo el mundo, entre ellas, las integrantes del club 'Raphaelista del Perú: Toda una Vida, las fans peruanas que cuentan los días para volver a ver al intérprete español en su anhelado show el 5 de marzo en el Círculo Militar. La República se comunicó en exclusiva con dos integrantes del club, quienes nos relataron su travesía en estos más de 50 años siguiendo al 'Niño de Linares'.
Martha Moreno es una de las primeras socias en unirse al Raphaelista del Perú: toda una vida. Su amor y admiración por el cantante español Raphael la llevaron a unirse a este grupo, en el que no solo conoció a otras personas que también compartían su fanatismo por el intérprete de 'Escándalo', sino un grupo de amigas incondicionales que ha mantenido a lo largo de décadas.
—¿Cómo se formó el club de fans de Raphael?
—El club Raphaelista del Perú: Toda una Vida fue fundado el 18 de octubre de 1968, hace 55 años. Se fundó teniendo como base el programa 'Raphel y sus canciones' que se transmitía en radio Santa Rosa, que lo hacía Marco Durán. Como él siempre ha contado, llamó a un grupo de fans de Raphael y saltó la idea de formar un club.
—¿Qué otros vínculos han construido aparte de su admiración por Raphael?
—La amistad. A todos nos ha unido la admiración por Raphael, pero dentro de ese grupo se ha ido formando una amistad a través de los años. Esa amistad y la admiración ha llevado que se hagan muchas cosas, como las obras sociales y no solo en los últimos años, sino desde sus comienzos. Los socios visitaban las maternidades, los asilos de ancianos y se hacían actividades para recaudar fondos.
—¿Me podría contar un poco más sobre las obras sociales? Aparte de ver a Raphael en los conciertos, ¿qué otras cosas hacen como grupo?
—Íbamos a la maternidad de Lima por el Día de la Madre. Se enfocaba más en ayudar a la gente que más necesitaba, en ayudar a las madres, íbamos al hospital del niño. En los últimos años, hicimos el festival 'Quiero vivir', promoviendo la donación de órganos a raíz de la operación de Raphel en el año 2003. Nos parecía muy importante difundir ese mensaje, porque gracias a un donante Raphael sigue vigente hasta ahora.
—¿Qué es lo que más recuerda en su tiempo como raphaelista?
—Yo vi a Raphael en 1972. Por la emoción, me paralicé y pensé que no iba a volver a caminar. Fue tan distinto verlo a ver las fotos que veía en mis cuadernos. Fue muy diferente.
Domi Perea es la actual presidenta del club Raphaelista del Perú: toda una Vida. Ella es una fan muy especial porque no solo ha sido reconocida como una de las mayores seguidoras del cantante, sino que pudo prepararle un ceviche al intérprete en su casa. La República se comunicó con ella para conocer su asombrosa historia.
—¿Desde cuándo es raphaelista?
—Yo admiro a Raphel desde 1975 cuando descubrí que había un programa en la radio dedicado a Raphael y que de ahí se había formado el club. Pero yo era una 'mocosa' en ese tiempo y no me atrevía a unirme al club. No fue hasta el año 1979 cuando me gané unas entradas para la transmisión de una película de Raphael, que se había hecho en la radio, cuando finalmente me atreví a unirme al club. Se proyectaba la película para sacar fondos y hacer obras sociales. Eso fue lo que me llamó la atención: no solo admiraban al mejor artista, sino que ayudaban a los niños y a los ancianos.
—Usted tuvo el privilegio y el honor de cocinarle a Raphael, ¿cómo fue esta experiencia?
—Son cosas que Diosito te pone en el camino. Jamás en la vida hubiera soñado que iba a cocinarle. En el año 1993 tuve un contacto con el empresario que traía a Raphael y él fue de sorpresa a mi casa por mi cumpleaños, junto a su esposa. Era hora de almuerzo y me dijo: "Le voy a comentar al 'Niño' que cocinas muy bien"... Luego en el año 1996 regresa Raphael y le digo al empresario: "¿Podemos hacerle un almuerzo a Raphael? (como parte de la reunión que hacía con el club de fans)". Y el empresario me dijo que había aceptado el almuerzo, pero que quería que yo preparara el almuerzo porque el empresario le había dicho que yo cocinaba muy bien. Cociné verduras crocantes y ceviche.
El club Raphaelista del Perú: Toda una Vida tiene diversos artículos de colección del cantante español. Foto: Club Raphaelista del Perú: Toda una Vida
—Cuando Raphael se enfermó, sufrió cáncer de hígado, debió haber sido un momento muy complicado para ustedes como fans.
— Por supuesto. En la primera semana de enero de 2003, su hijo anuncia que su padre sufría una enfermedad hepática y que necesitaba un trasplante para poder salvarse. Todos los fans de todo el mundo se ofrecen como donantes. Yo en uno de los desayunos que tuvimos con Raphael, en el año 1994, yo le dije de corazón: "Si algún día tengo que donarte mi vida para que tú vivas, mi 'Niño', lo haría". Me salió del corazón. Él se emocionó muchísimo y me abrazó con una ternura, porque nadie le había dicho eso.
Entonces, cuando pasa eso en 2003, yo llamé a su casa y hablé con su secretaria y le dije que me estaba ofreciendo como donante, pero según las leyes españolas solo podrían ser familiares o compatriotas, pero me dijeron que agradecían el gesto. Él se ganó ese cariño de la gente, todo el mundo se ofreció como donante, artistas también. Yo escuché que artistas como Chayanne y Ricky Martin se ofrecieron también.
El club Raphaelista del Perú: Toda una Vida tiene más de 50 años de fundación. Foto: Club Raphaelista del Perú: Toda una Vida.
—Usted también recibió un reconocimiento por ser una de las fans más colaborativas del club.
—Fue muy bonito. En España, en el año 2008, quedé en segundo lugar como una de las fans más colaborativas de Raphael de todo el mundo. Pero en el 2015, fue una sorpresa para mí, la directiva del club hizo un trofeo para las socias más colaboradoras en estos 50 años y le pidieron a RaphAel que me entegARA el reconocimiento. Fue el Óscar recibirlo de las manos de Raphael. Todo el rato lloré.