Beatriz Silvia Martínez Malpartida, la 'Herbolaria del Pueblo', es una emprendedora dedicada a la medicina natural y actualmente concursa en el reality culinario 'El gran chef: famosos'. Aunque ahora destaca por su presencia en la TV, la vida de Beatriz Martínez no ha sido sencilla, pues desde pequeña luchó junto a su madre por un mejor futuro.
Beatriz Martínez, la integrante de la tercera temporada de 'El gran chef: famosos', llegó desde su natal Cerro de Pasco a los 5 años y no dudó en acompañar a su madre a vender desayunos en La Parada. Te contamos su historia a continuación.
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Beatriz Martínez contó para La República cómo llegó a la capital en compañía de su madre para buscar sacar adelante a su familia, conformada por sus dos hermanos y sus sueños de superación.
—Beatriz, tú migras de Cerro de Pasco a Lima. ¿A qué edad y con quién fue?
—Mi mamá migra cuando yo tenía 5 años de edad. Ella, pues, una madre luchadora, sacó adelante a mí y después a mi hermana y mi hermanito. Bueno, desde los 5 años, estoy acá en Lima.
—¿Tu mamá tomó la decisión de traerte a Lima o tú se lo pediste?
—Mi madre siempre estuvo conmigo. Ella no podía de dejarme para nada. Le agradezco porque, en esa parte, es una gran mujer. Ella me dijo: 'Si yo me voy, donde me voy, me voy con mi hija'; y gracias a ella es que también he aprendido a ser emprendedora. Me falta llegar a ser grande como ella, pero estoy logrando poco a poco.
—¿Cómo fue llegar a Lima desde Cerro de Pasco?
—Bueno, no fue fácil. No fue fácil porque he visto a mi madre caerse, levantarse, salir adelante y a mí, al lado de ella, me ha enseñado a tener ese espíritu noble, un espíritu sensible, pero a la vez también una fortaleza grande y no ha sido fácil. Hemos tenido caídas, pero mi madre ha sabido levantarse para que ahora sea una gran empresaria y yo voy a seguir los pasos de ella también.
—¿A dónde llegaste inicialmente aquí en Lima?
—Llegamos acá a La Parada. Antiguamente, La Parada, pues no era Gamarra. No era como esa hora. En ese tiempo, Gamarra era bastante comercio interno; ahora es libre. Siempre aquí, en La Parada, es donde yo he crecido, donde yo me he surgido y ahora donde sigo avanzando es aquí, justamente en la avenida Aviación.
—Inicialmente, tuvieron un pequeño negocio en La Parada, ¿cómo fue ello, Beatriz?
—Sí, mi mamita llegó aquí a Lima, recuerdo, con una carretita pequeña. En esa carretita, pues, mi mamá preparaba maca todas las mañanas para vender a las 4.00, 3.00 o a veces hasta salíamos 2.00 de la mañana o ya 1.00 de la mañana, porque llegaban los camiones que descargaban verduras papas acá, al mercado, y justamente nuestro cliente, nuestro primer cliente, excelentes y clientes selectivos eran justamente los estibadores, a quienes agradezco porque, como ellos son del campo, también sabían que estos productos eran buenos. Entonces, ellos venían: "Casera, mi desayuno, porque yo me voy a trabajar". Entonces, ellos sabían que lo que nosotros preparábamos, la maca, la quinua y la soja, les iba a dar full energía. Es así como ellos se alimentaban y nuestros clientes, los estibadores, a quienes agradezco también mucho, a los caseritos.
—¿Y tú querías ayudar a tu mamá, Beatriz?
—Sí, ella no quería, no quería nunca. Decía: "No, hija, no puedes ir muy temprano, por favor, que descanses", pero ya, conforme fui creciendo, cuando tenía 9, 8, 7 años, hasta 10; ya, de los 7 para arriba, ya no soltaba yo a mi mamá; atrás de ella, atrás. Ella como sea: aunque ella no quería, pero yo atrás.
—¿Cómo ayudabas, Beatriz, en el pequeño negocio?
—Por ejemplo, cobrando. Mi mamá me hacía guardar la platita o, si no, también le decía a los caseros este (el producto que ofrecía) para qué es bueno. Bueno, cuando fui a creciendo un poquito más, pero también ya conocía a los caseros y teníamos servido a nuestra maquita en botellitas, entonces ya le daba los caseros. Ellos venían, encontraban y se llevaban.
—En cuestión de ingresos, ¿les ayudó tener este negocio inicial?
—Bueno, a ver, no era tanto así que digamos. No, pero, gracias a Dios, al menos, teníamos para comer, para que mi madre me pueda vestir, para que me dé mis estudios, para que me dé un techo donde dormir. Gracias a Dios sí, mi madre de verdad admirable. Estoy contenta con ella. Gracias a Dios, me dio una buena madre.