El ganador del Premio Nobel de Literatura, Bob Dylan, condenó los actos racistas suscitados en las últimas semanas en Estados Unidos. “Me produce unas náuseas sin fin el ver a George Floyd torturado hasta la muerte de esa manera. Fue extremadamente feo. Esperemos que la justicia llegue rápidamente para la familia de Floyd y para el país”, declaró Dylan al ‘The New York Times, en relación a la muerte del afroamericano a manos de un policía blanco el pasado 25 de mayo.
El músico, que está próximo a lanzar su nuevo disco “Rough and Rowdy Ways”, parecía “deprimido” al hablar de la muerte de Floyd y todo el movimiento social que se ha desatado a partir de su terrible muerte. De hecho, Dylan ha sido uno de los pocos artistas que han manifestado la protesta a través de su música en los últimos 50 años, desde la guerra de Vietnam y la lucha por los derechos civiles. Para muestra un botón: “Oxford Town” (1963), que escribió cuando James Meredith se convirtió en el primer estudiante negro admitido en la Universidad de Mississippi. “La arrogancia puede traer castigos”.
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En cuanto a la pandemia por el COVID-19, Bob Dylan asegura que es un “indicador” de lo que sucederá en el futuro, aunque descartó que el virus esté relacionado con una ‘enfermedad bíblica’. “¿Te refieres a una especie de señal de advertencia para que la gente se arrepienta de sus errores? Eso implicaría que el mundo se enfrenta a algún tipo de castigo divino...quizá estemos a las puertas de la destrucción porque la arrogancia extrema puede traer castigos desastrosos. Hay muchas formas en las que se puede pensar sobre este virus. Creo que simplemente hay que dejarlo seguir su curso”, dijo.
Al igual que otros artistas para Bob Dylan una de las peores cosas que ha tenido que enfrentar por el coronavirus, es ver en para los espectáculos con público. En ese sentido confesó haberse quedado “estupefacto” con el show de Broadway “Girl in the North Country”, basado en sus canciones, y que se estrenó poco antes de que la pandemia obligara al cierre de la meca del teatro en EEUU. “Lo vi como un espectador anónimo, no como alguien que tuviera algo que ver con ello. (...) La obra me hizo llorar al final... Cuando bajó el telón, estaba estupefacto, de verdad. Qué pena que Broadway haya tenido que cerrar porque quería verlo de nuevo”, explicó.