
Desde temprano, los alrededores del Estadio San Marcos fueron un mar de camisetas con granadas rojas, símbolo de la identidad visual de la banda. Green Day, que desde hace más de tres décadas no ha dejado de reinventarse sin perder su esencia punk, volvió a dejar evidencia de ello en el concierto.
El grupo apareció puntual a las 8:30 de la noche y desató la euforia con veintitrés canciones que atravesaron todas sus épocas. El viaje musical comenzó con American Idiot, un himno para los amantes del punk rock que no tardó en animar la formación de los primeros pogos. En canciones como Basket Case, St. Jimmy y Hitchin’ a Ride llegaron a formarse hasta 20 en simultáneo. Sin duda, un desborde de energía que revivió la efervescencia de los noventa.
Cuando sonó Wake Me Up When September Ends, escrita por Armstrong en memoria de su padre fallecido cuando él tenía apenas diez años, el estadio se cubrió de emoción. Minutos después, con Boulevard of Broken Dreams, tema que en 2005 les valió un Grammy a la Grabación del Año, miles de voces se unieron en un mismo coro.
Green Day se presentó en el Estadio de San Marcos en Lima el 27 de agosto de 2025. Foto: John Reyes / URPI - LR
Hubo también lugar para la sorpresa. Durante Know Your Enemy, una joven subió al escenario para cantar junto a Billie Joe, desatando una ovación que estremeció el estadio. Al final de Bobby Sox, Tré Cool hizo lo suyo: arremetió contra su batería en un gesto que recordó la esencia del punk.
El público, que abarcaba desde niños hasta adultos que crecieron con el desarrollo musical de la banda, probó que Green Day es, en definitiva, un fenómeno intergeneracional.
La puesta en escena fue impecable. Pantallas gigantes, imágenes proyectadas, llamaradas de fuego y luces coreografiadas acompañaron la intensidad de cada pieza y convirtieron el recital en una experiencia sensorial total.
Pero Green Day nunca ha sido solo música. Con más de 85 millones de discos vendidos en todo el mundo y cinco premios Grammy en su haber, la banda ha hecho de la política parte inseparable de su arte. Lo confirmaron en Lima, cuando en Jesus of Suburbia cambiaron la letra para corear Kids of Palestine en apoyo a las víctimas de la guerra en Medio Oriente, y cuando con She rindieron homenaje a la lucha feminista. No era la primera vez que lo hacían. Ya en 2004, con el disco American Idiot, se reinventaron en formato de ópera punk para denunciar el autoritarismo y la manipulación política en Estados Unidos. Aquella apuesta, arriesgada en su momento, los convirtió en referentes culturales más allá del género musical.
En el concierto limeño, los recuerdos de su historia aparecieron en cada rincón. No pocos recordaban que fue en 1994 cuando alcanzaron la fama mundial con Dookie, un álbum que superó los veinte millones de copias vendidas y que definió al punk rock de toda una generación. Y en el presente, los fanáticos aplaudían el regreso creativo de Saviors, que confirma que la banda mantiene viva su capacidad de sorprender.
Green Day demostró en Lima que el corazón en forma de granada no son solo himnos de rebeldía sino también memoria compartida. Y es la constatación de que la música, cuando es auténtica, trasciende generaciones y fronteras.

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