Un efecto tangible de la caída de 0,6% de la economía peruana en 2023 fue que el 29% de la población se encontraba en situación de pobreza monetaria —cerca de 10 millones de personas—mas ahora, el que fue el primer año del gobierno de Dina Boluarte, también representó un incremento de la falta de acceso a alimentación para poco más de la mitad de los peruanos.
En cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO): 51,7% de la población padeció de inseguridad alimentaria moderada o grave entre 2021 y 2023, unos 17,6 millones de compatriotas. Hace menos de diez años —en el trienio 2014-2016—la tasa de inseguridad alimentaria era de 37,2% (11,4 millones de habitantes).
¿Qué entender por inseguridad alimentaria? La moderada encasilla a la perosna que no tiene el dinero o recursos suficientes para llevar una dieta saludable, además de estar preocupada sobre su capacidad monetaria para obtener alimentos y, probablemente, se saltó una comida o se quedó sin alimentos ocasionalmente, tomando los criterios de la encuesta FIES de la FAO.
En tanto, la inseguridad alimentaria grave —que trepó de 13,5% a 20,7% de los peruanos, léase, más de 6,8 millones de personas—advierte que la persona se quedó sin alimentos y estuvo un día o más veces durante un año sin comer. “Es más probable que haya pasado hambre”, resume el bloque de la ONU.
“La FAO mide el promedio de los últimos tres años. Y, en el dato anterior del trienio al 2021, era de 50,5%. Ahora la inseguridad alimentaria es mucho más alta que hace 10 años”, complementó para La República, la investigadora del IEP, Carolina Trivelli.
Jessica Huamán, vocera de la Plataforma de Seguridad Alimentaria del Perú, señala que el incremento de la pobreza monetaria explica que más peruanos no puedan costearse sus alimentos y pasar hambre, así como la inflación alimentaria, el cambio climático y la crisis política y económica que se traduce en escasez de alimentos.
“Casi dos millones de peruanos no tendrían la posibilidad de acceder a la canasta básica de alimentos, que cuesta alrededor de 251 soles”, añadió.
En el periodo de estudio se demostró que 11,5 millones de peruanos no puede pagar por una dieta saludable, ya que su costo pasó de US$3,28 a US$4,00 entre 2022 y 2023.
Huamán recordó que la población más vulnerable carece de acceso a carnes, frutas y verduras justamente por sus precios elevados, y aquí las ollas comunes, al estar desprotegidas y con apenas S/2,20 por ración, poco pueden ayudar.
Es menester precisar que la inflación alimentaria alcanzó un pico de 11,02% a mediados de 2023 —casi duplicando la inflación general de aquel entonces— al punto que algunos productos repuntaron en más del 70%, de acuerdo con el INEI. Actualmente es de 1,4% pero especialistas ya han explicado en más de una ocasión que esto solo aminora el ritmo con el que suben de precio los bienes. Un impacto poco auspicioso para los hogares, considerando que impera el empleo precarizado y los ingresos siguen retraidos.
El reporte de la FAO demuestra que el nivel de inseguridad alimentaria en América Latina y el Caribe retrocedió ligeramente de 31,4% a 28,2%, aunque Perú ha ido por el sendero contrario.
“El mundo está mal, América Latina y el Caribe es la única región con tendencia positiva pero Perú va a contracorriente y sigue empeorando su situación alimentaria”, acotó Trivelli, quien insistió en que el mensaje a la nación que dará la presidenta Dina Boluarte por 28 de julio, priorice combatir la inseguridad alimentaria y el hambre.