La pandemia coronó un ciclo de 30 años en los que más de 3,3 millones de peruanos -casi el 10% de la población actual—, en su mayoría profesionales, emigraron del país. Y las cifras han ido en aumento: solo en los primeros seis meses de 2023, migraron otros 415.393, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI).
Se calcula, además, que la migración de profesionales peruanos al extranjero se ha cuadriplicado desde entonces. En días que la población adecuadamente empleada progresa levemente 3 millones 153.400 (+3,4%) a nivel nacional, esta peligrosa fuga de talentos compromete aún más las cifras de empleo profesional formal.
Por ejemplo, un estudio del Instituto de Estudios Peruanos (IEP) de agosto 2023 -cuando la tendencia se hacía más evidente- reveló que 6 de cada 10 jóvenes buscaba emigrar: un alza de 36% a 47% en solo un año. Y no se ha detenido en 2024.
Esta crisis devela un clima social agreste para el desarrollo de los ciudadanos en su propio país y, aunque la evolución de remesas puede representar un apoyo, se limitan también la generación de nuevas empresas.
Diego Tuesta, CEO de Catapulta, revela que un estudiante peruano que migra difícilmente regresa al mercado local, pues los ingresos pueden ser incluso 40% menores al grado obtenido. De alguna manera, esta tendencia también surte un efecto dominó sobre la competitividad y ocupación formal.
Aunque la demanda profesional, explica, está calzada de momento, no implica que la falta de especialización y crisis de talento sea un problema para el crecimiento local de las empresas y, con ello, menor desarrollo del mercado laboral formal.
Ante ello, opina que las firmas deben optar por procesos de contratación más especializados e incluso condiciones de flexibilidad en cuanto a horarios. Pero todavía queda salvar la barrera de no reducir la productividad.
"Si llevo una maestría de medio ambiente afuera, que me den el reto de una empresa de rescatar ese propósito, aun cuando no puedan pagarme más. Pero llegar a ese punto requiere mucho trabajo", recalca.
Recientemente, países como Reino Unido y Alemania han probado semanas laborales de cuatro días, sin mermar su productividad. ¿Ayudaría en Perú?
Jonathan Zárate, gerente de RRHH de Yanacocha, refiere que, además de la compensación económica, evitar la fuga de talento profesional pasa también por incluir políticas de promoción, desarrollo personal y bienestar en las empresas.
En este sentido, señala que, según una investigación desarrollada en Latinoamérica, las variables más importantes para motivar a un trabajador pasan por la experiencia de liderazgo, oportunidades de crecimiento, el factor de compensación y flexibilidad, en este último, la semana laboral de 4 días.
Por tanto, confiere, la discusión sobre ofrecer mejores condiciones en el sector formal no solo debe contener mayor flexibilidad de horarios, sino la adecuación de otras etapas previas de fidelización, como ocurre en el sector extractivo con la promoción laboral de la mujer.
Diego Tuesta, CEO de Catapulta
“No se ha resuelto la discusión de si el trabajo híbrido es mejor que el presencial, pues ambos han temido buenos resultados desde su frente. Pero lo importante es que el trabajador tenga esa posibilidad”.
Jonathan Zárate, gerente RRHH Newmont
“Consideramos que existe suficiente talento peruano. Pero no se puede desconocer la realidad de carreras de ingenierías o geología donde 1 de 5 alumnos son mujeres. Se necesita una mayor promoción".