La minería artesanal y de pequeña escala (MAPE) tiene una participación importante en la extracción de metales como el oro. Se estima que el 20% de este producto proviene de dicha actividad, según la organización internacional Solidaridad.
En el marco de su proyecto Revaloro, Solidaridad presentó “Realidades y Expectativas de la MAPE en el Perú: un análisis cualitativo de las voces, percepciones y anhelos de los protagonistas de la Minería Artesanal y Pequeña Escala”, en el que identificó cuatro desafíos que deben ser atendidos para que se mejore la situación de las mineras artesanales y de pequeña escala, estos son:
- Formalización. Los desafíos logísticos, burocráticos y técnicos han traído como consecuencia que, hasta inicios del 2022, solo el 11% de los 90.000 mineros inscritos para iniciar el proceso de la formalización hayan culminado dicho trámite. La oficialización de la labor que realizan las mujeres es aún más retador debido a que no se reconoce el “pallaqueo” (selección manual de mineral) como una forma de minería en la normativa oficial.
- Condiciones laborales. Muy pocos mineros artesanales cuentan con contratos de trabajo o reciben beneficios como seguro médico. La precariedad en el sector se debe principalmente a la incertidumbre de las operaciones MAPE y a que existen actividades incompatibles con los estándares de contratos y beneficios tales como el “pallaqueo” y “cachorreo”.
- Aspectos económicos: Los trabajadores y las organizaciones de la minería artesanal y de pequeña escala tienen dificultades para acceder al sector financiero formal. En muchas ocasiones esto los empuja a buscar financiamiento en el mercado negro con riesgos legales y pagos inflados o arbitrarios. Además, son impedidos de gozar de beneficios tributarios a los que sí acceden las grandes y medianas empresas mineras.
- Organización gremial: Los trabajadores MAPE perciben que el Estado únicamente fiscaliza, reprime y sanciona, además de que no cuentan con incentivos concretos o beneficios para su formalización. Por otro lado, les resulta difícil mantener un diálogo constante y constructivo con representantes estatales debido a la inestabilidad y divisiones frecuentes en los gremios, el alto número de organizaciones existentes y los diversos intereses representados de forma desorganizada.