Tereza Cristina Dias, ministra de Agricultura de Brasil, anunció esta semana el interés del gigante sudamericano por invertir y aumentar las fuentes de abastecimiento doméstico de fertilizantes, ante la grave crisis internacional que azota el mundo por el recorte de la actividad económica y la guerra de Ucrania y Rusia, este último, primer exportador mundial de abonos sintéticos.
En este sentido, la funcionaria precisó que, en el plazo más breve posible, el Gobierno de Jair Bolsonaro lanzará un plan nacional de fertilizantes para estimular las inversiones en minas de potasio y fósforo, como pieza fundamental para garantizar el “asunto de la seguridad energética”.
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Dias dijo para CNN que, el plan, en revisión por parte de los ministerios de Economía y Agricultura, podría estar listo para el 17 de marzo. Así, su objetivo es minimizar los cuellos de botella en términos de legislación, impuestos y, especialmente, en temas ambientales, para el desarrollo nacional del sector.
En un reporte recogido por Red Agrícola, la ministra sostuvo también que el paquete de medidas será importante para agilizar la aprobación de licencias ambientales, porque en algunos casos “lleva de cinco a diez años, y los inversionistas terminan desistiendo de explorar ese potencial”.
Precisamente, el presidente Bolsonaro fue blanco de críticas este mes debido a que se negó a condenar la invasión de Rusia a Ucrania, tras recalcar que Brasil se mantendría neutral por el temor a perder su principal suministro de fertilizantes.
No es el único proyecto en materia de seguridad energética que Brasil realiza ante el embate de factores externos. Recientemente, el mandatario brasileño se reunió con los líderes de Guyana y Surinam, al norte del continente, para colocar los cimientos de lo que podría ser un nuevo polo petrolero y gasífero de talla mundial, sobre todo por su cercanía con Estados Unidos y México.
Brasil importa alrededor del 85% de su consumo de fertilizantes, incluida la potasa, que enfrenta un cuello de botella mayor debido al conflicto en Ucrania y las sanciones occidentales a Bielorrusia, un importante productor. En el caso de la potasa, las compras al exterior del país representan el 96% del consumo, según cifras del gobierno local.
El mes pasado, el jefe de la firma comercial y de cultivo de granos Amaggi, Blairo Maggi, dijo que el grupo está en conversaciones con la canadiense Stan Bharti para desarrollar la mina de potasa más grande de América Latina, en un intento por alejar a los agricultores brasileños de las costosas importaciones de fertilizantes.
Una situación similar se vive en Perú, donde más del 85% de los fertilizantes sintéticos utilizados son importados, pese a tener en el desierto de Sechura, Piura, uno de los depósitos más grandes de fosfatos del mundo: la mina de Bayóvar, operada por Miski Mayo, de la brasileña Vale. El guano de isla repartido por el Gobierno no cubre más del 2% de la demanda interna, y eso se replica en los altos precios de los alimentos ante conflictos como el de Rusia.
El experto en temas energéticos, Humberto Campodónico, explicó en un reciente conversatorio que nuestro país cuenta con los tres grandes componentes para la fabricación de fertilizantes: roca fosfórica (Bayóvar), amoníaco (proveniente del gas natural) y azufre (que saldrá de la nueva refinería de Talara).