Denise Pineda fue jefa en una editorial por varios años antes que la empresa la enviara a suspensión perfecta por nueve meses durante la pandemia. En enero de este año le propusieron que retornara, pero con la condición de que hiciera cuatro trabajos a la vez y con un sueldo recortado. No aceptó. “Valoro mi esfuerzo”, dijo a La República.
Los siguientes meses Denise y su madre sobrevivieron con su liquidación y retiro de AFP, hasta que decidió crear “Doña Linda Chocotejas y más Chocolates”, un negocio de postres que atiende por Facebook. Si bien los pedidos no dejan de llegar, cubre sus gastos con otros trabajos, como ventas por catálogo.
En otro punto de la capital, Gabriela Gonzales (34) cuenta que renunció a semanas de que la COVID-19 llegara al país. Su objetivo era postular a otro empleo, pero la pandemia borró cualquier posibilidad. No obstante, su fuente de ingresos, desde setiembre del 2020, ha sido “With Love papelería”, su emprendimiento ecoamigable con el que, desde este año, ha podido obtener un sueldo base.
“Definitivamente no gano igual que antes (trabajo formal), hay días en los que me quedo hasta la madrugada, pero tengo que dar el 100% a este proyecto que es mi pasión”, dice.
Ambos testimonios de resiliencia son un termómetro también de la situación del mercado laboral en el país, en el que muchos peruanos deben optar por autoemplearse, para generar ingresos aunque esto signifique un limitado acceso a beneficios laborales, “no tener una pensión a futuro, y que muchos profesionales ganen por debajo de su sueldo real, reduciéndose el nivel de competitividad en el país”, explicó la socióloga e investigadora Alejandra Dinegro.
Denise y Gabriela forman parte hoy de los 8 millones 989.100 compatriotas que laboran en el ámbito informal o de autoempleo de la economía.
El subempleo a junio de este año registra una tasa de crecimiento de 19,1% (1 millón 444.000 personas) respecto al 2020 y de 21,1% (1 millón 565.700 personas) comparado con similar periodo del 2019.
Debe advertirse que en el 2019, un año normal sin pandemia, el 56,17% de la población ocupada era formal y el 43,82% informal. En la actualidad, esta composición del empleo se invirtió y el empleo formal representa el 44,86% y el informal 55,13%.
“Lo que no decía el Gobierno anterior en sus conferencias sobre reactivación económica era que el empleo precario estaba en aumento”, recuerda Dinegro, quien anota que las recientes cifras del INEI indican que la mayoría de peruanos que logra insertarse al mercado laboral lo hace en condiciones de subempleo. “Esta situación afecta principalmente a mujeres y jóvenes”, agregó.
La experta propuso la regulación a los trabajos por aplicativos, continuar con el programa Trabaja Perú con una adecuada fiscalización, y dar incentivos (pago de seguro o subsidio a la planilla) a las medianas y pequeñas empresas.
El sueldo promedio de los jóvenes entre 14 y 24 años se redujo en S/ 80 en el último año, por lo que ahora ganan por debajo del sueldo mínimo (S/ 930), según el reporte oficial de empleo nacional del INEI.
Asimismo, es en la agricultura donde menos se gana en promedio (S/ 824), seguido de comercio (S/ 1.024).
Gabriela Gonzales, trabajadora
“Durante la pandemia traté de reinsertarme a una empresa, pero no se pudo. Así que en setiembre comencé sola mi emprendimiento de papelería. Hoy ya tengo un sueldo base”.
Denise Pineda, trabajadora
“Cuando entré a suspensión perfecta me preocupé por no tener ingresos fijos y tuve que arriesgarme a emprender. Me propusieron retornar al trabajo, pero con sueldo recortado”.
Infografía - La República.
Infografía - La República.
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