El negocio de las franquicias va en aumento. En el 2019, la cantidad de franquicias en el país subió a 550 y, para este 2020, se proyecta un incremento del 5 %, según Luis Kiser, presidente de Front Consulting Perú y expresidente de la Cámara Peruana de Franquicias.
“Tenemos una proyección conservadora para el 2020”, explica Kiser. “Hay muchas franquicias que están viendo su ingreso, pero quieren ver el tema político”, añade. El 2019 fue marcado por el escenario político, con la tensa relación entre el Poder Ejecutivo y legislativo, la disolución del Congreso y convocatoria de elecciones parlamentarias complementarias.
Del total de franquicias en el país, las que son marcas nacionales representan el 49 %, mientras que las extranjeras son el 51 %. El porcentaje es mejor a hace una década 70 % extranjeras y 30 % peruanas–, cuenta Kiser, aunque dista de otros países, en el que la cantidad de franquicias locales son mayor a las que provienen del exterior, como México con 82 % y Brasil con 90 %.
La proyección es llegar a ser como estos dos países. En ello coincide Fernando López de Castilla, socio-fundador de la consultora Nexo Franquicia y autor del libro La Biblia de las Franquicias, aunque considera que el Perú se encuentra en una “etapa incipiente”, por lo que proyecta que recién entre 10 a 15 años las franquicias nacionales superarán a las extranjeras, previa depuración de la informalidad en el negocio. También considera que el crecimiento al 2020 será de un dígito, aunque el contexto regional pone al Perú como “la puerta de entrada a la región de franquicias globales”.
López de Castilla explica que las franquicias nacionales profesionales son menos del 10 %. “Hay muchas marcas en la región que empiezan a crecer y no llevan un proceso de franquicia. Este tipo de sistema está destinado al fracaso”, señala.
Existen tres razones para la falta de profesionalización, según indica: existe un problema de inversión por parte del empresario peruano –“no hay una cultura de inversión de dinero. Es muy informal y criollo”–; se tiene un pensamiento a corto plazo; y la asesoría de “consultores informales”.
El paso para una profesionalización, sostiene, requiere que el negocio sea medianamente rentable, haya afrontado ciclos económicos en el mercado de referencia, pueda transmitir y transferir procesos claro, genere consistencia en sus operaciones y ofertas de valor, se pueda adaptar a otros mercados del exterior y que posea cualidades únicas de propiedad intelectual y de propuesta.
Se aprende con la experiencia. Así le sucedió a Juan Carlos Castrillón, gerente general del restaurante Mis Costillitas. Cuenta que la marca llegó a tener hasta 11 franquicias en el país, aunque ahora está recuperando el negocio que también ha llegado a Arequipa.
“Empezamos en el 2008 a ser franquicias”, relata. La expansión ocurrió cuando una persona de Trujillo le ofreció llevar la marca a la ciudad norteña. Castrillón absolvió sus dudas –“tenía desconocimiento”– a través de la Cámara Peruana de Franquicias.
El resultado no fue el óptimo, “el negocio no terminó, pero nos sirvió para aprender”. Ahora, su marca trabaja con contratos de 5 años, a 60 meses y con una inversión de entre 150 mil a 200 mil soles. “Recuperas la plata en 30 meses y en los otros 30 generas la utilidad”, explica. La proyección a futuro con su marca es recuperar las franquicias para manejar los 13 locales que llevan el nombre de Mis Costillitas, además de abrir un restaurante en Miami para el 2021 o 2022.
Volverse una franquicia es a largo plazo. De acuerdo al Club Franquicia, un restaurante solicita 150 mil soles de inversión y un área mayor a 180 metros cuadrados para llevar la marca, con un contrato por 10 años y un tiempo de recuperación de 25 meses.
Se deben cumplir 5 aspectos para convertirse en franquicia: tener un contrato, flujo financiero rentable, manuales operativos definidos y de proceso –“aquí es donde la gente cae más”–, plan de capacitación de experiencia al usuario y otro de marketing.
Luis Kiser señala que el 90 % de las franquicias en el país son gastronomía, aunque han crecido en los rubros de estética, fitness y salud.
Específicamente a las marcas nacionales, el 65 % se dedican a la gastronomía, seguido por servicios especializados con 19 %, y estética, salud y belleza con 7 %. Sin embargo, el reto de superar en cantidad a las franquicias extranjeras pasa por la diversificación. “Franquicias de calidad en otros sectores que obliguen a las extranjeras a frenarse”, sostiene.
En ese sentido, explica que la rentabilidad de los restaurantes y fast foods ha disminuido. “Entre un 15 % y 20 % se ha reducido, porque la gente también ha reducido su consumo”, sostiene. Otro motivo que toma en cuenta son los aplicativos de delivery, lo que afecta a la asistencia de locales y su frecuencia.
“Lamentablemente, el sector gastronómico es tan informal que muy pocas franquicias peruanas logran desarrollarse. Sin embargo, aún ocupan la gran mayoría de la oferta franquiciable local”, precisa Fernando López de Castilla. Señaña que los rubros donde habrá mayor crecimiento de franquicias será en educación, entretenimiento y salud.
Castrillón tiene una mirada distinta. Para él, “estamos en un boom gastronómico interno. Leí que iban a abrir 360 cebicherías”. Añade que sí habría crecimiento en el rubro gastronómico, “sobre todo en el de comida saludable. Este es el año de las franquicias gastronómicas peruanas”.