La coyuntura llevó a WWE a pensar fuera de la caja y romper esquemas en torno a lo que siempre fue su mayor marca registrada. La pandemia por coronavirus obligó que Wrestlemania 36 sea a puertas cerradas, un evento alejado de la fastuosidad de antaño que tuvo que sufrir la ausencia del tercer elemento más importante en una lucha, el público.
Sin embargo, una crisis conlleva una oportunidad y la creatividad estuvo a la orden del día para que ‘La Vitrina de los Inmortales’ tenga en la edición de este año a la más rara y creativa de su historia.
Si la fanaticada se dividió en opiniones con el ‘Boneyard Match’ entre The Undertaker y AJ Styles, el encuentro entre John Cena y Bray Wyatt, denominado ‘Firefly Fun House Match’ dejó desconcertados a muchos que no entendieron al 100% el devenir de este encuentro y lo que significó. Luego de verlo varias veces, nos animamos a dar una explicación.
Se debe partir por Bray Wyatt como personaje. ‘The Fiend’, el alterego monstruoso del luchador, tiene tintes sobrenaturales, tal como en su momento Kane o The Undertaker, pero su juego es más psicológico que físico. Su frase característica: “Déjame entrar” habla de un demonio casi cinematográfico cuya arma favorita es jugar con los miedos de sus rivales.
Eso es precisamente lo que sucedió con John Cena. Como si de un film de terror psicológico se tratara, el ‘Rapero Mayor’ dio un tétrico paseo por toda su carrera y se enfrentó a todos sus temores y frustraciones.
Primero recordamos su debut, el momento en que Cena aparece para confrontar a Kurt Angle y que, según contó el propio luchador, no tuvo el resultado deseado y casi fue despedido. Además, Wyatt le recuerda a Nikki Bella, el matrimonio fallido de Cena.
Luego, vemos a un Cena obsesionado con su musculatura, recuerdo de sus tiempos de fisicoculturista. En un tercer segmento, el luchador vuelve con su personaje de rapero, es aquí que Wyatt le hace saber que su éxito se basa en el bullying que ejercía sobre sus rivales y que está muy lejos de ser un héroe.
La escena concluye con Wyatt golpeando a Cena con su cadena, de la misma manera en que Cena le ganó el título de Estados Unidos al Big Show en Wrestlemania XX.
Bray Wyatt nos transporta a Wrestlemania XXX, la lucha que ambos tuvieron hace 6 años. Recreando la secuencia más recordada de aquél combate, cuando obliga a Cena a utilizar la silla y descargar todas sus frustraciones. Esto es un punto para el luchador que logró que su contrincante sucumba a sus ideas más oscuras, traicionando sus principios de lealtad y respeto.
En lo que ha sido el segmento más revelador, Cena aparece en el WCW de los años 1990 imitando a Hulk Hogan en una clara alusión a la lucha interna que siempre ha tenido con la idea de volverse un villano, un pedido de los fans que la WWE nunca dio luz verde.
Por otro lado, se realiza un símil entre el tratamiento de campeón invencible que se le dio, al igual que a Hogan a finales de los 80 e inicios de los 90.
La furia se apodera de Cena y recordamos todos los momentos en que los fans le dieron la espalda: el encuentro contra RVD en ECW One Night Stand y su derrota ante CM Punk en Money in the Bank, entre otros. El temor al rechazo del público por parte de Cena queda claramente retratado. Finalmente, aparece ‘The Fiend’ para vencer fácilmente a un excampeón derrotado moral y psicológicamente.
Wyatt había iniciado el combate diciendo que Cena enfrentaría a su rival más peligroso: él mismo. Eso explica las palabras del rapero semanas antes del evento. “En WrestleMania, terminaré el trabajo que debí haber terminado hace 6 años y destruiré al más sobravalorado y privilegiado de la WWE". Cena no hablaba de su retador, sino de sí mismo.
Más allá de que si este experimento fue del agrado o no de los fans, no se puede negar que WWE le hizo frente a una situación complicada poniendo toda su creatividad sobre la mesa para contar una historia que, por lo menos a los hinchas más maduros, cautivó con sus referencias al pasado. Solo el futuro, y Vince Mcmahon, saben si volveremos a ver algo así en el ‘Show de Shows’.