En Lima, en alguna tarde entre las décadas de 1850 y 1860, un oficial naval inglés nacionalizado chileno se encomendaba una gran misión. Su nombre era Thomas Cochrane, y había llegado allí con la expedición libertadora de Don José de San Martín que liberaría al Perú. ¿La tarea? Enviar a un agente, en una comisión confidencial, a la isla de Santa Elena en el Océano Atlántico. Con esto, buscaba sugerir, convencer y quizá rescatar a nada menos que Napoleón Bonaparte, para así traerlo a Perú y que gobierne como rey.
Esta es al menos la versión de una fuente de primera orden, Catherine Celia Barnes, también llamada Lady Cochrane o ‘Kitty’, nada menos que la esposa del militar.
Foto: La Vanguardia
Esto fue recogido por el historiador José Miguel Barros, exdiplomático chileno fallecido en 2020, y también aparece en una biografía del marino inglés que se publicó en 1965.
La historia lo cuenta así. Pese a haber sido tratada, por mucho tiempo, como una mera leyenda, lo cierto es que tiene sustentos históricos, así como documentación alcanzada durante más de un siglo por diversos investigadores. ¿Quién pudo traer a Napoleón para ser rey del Perú? Pues nadie menos que Thomas Cochrane.
Los aportes más significativos de esta historia son de cuatro personajes: Diego Barros Arana, Benjamín Vicuña Mackenna, José Miguel Barros y Robert Harvey. Los tres primeros son curiosamente chilenos, y el último, inglés.
Barros fue uno de los más comprometidos y el más cercano a nosotros (tanto en espacio como en tiempo). En 2001, dejó sus conclusiones en el diario chileno El Mercurio, tras una extensa investigación que lo llevó a descubrir más de esta historia.
Foto: Flickr/dominio público
En Londres, en 1817, el oficial inglés Thomas Cochrane había sido expulsado de la marina británica y multado con 1.000 libras esterlinas (US$ 115.000.000 dólares de hoy). Rápidamente, publicó un aviso en los periódicos anunciándose listo para servir a las nuevas naciones de América que se estaban independizando.
Cochrane era un oficial de alto rango. Se había ganado el apodo de ‘Lobo de los mares’ por su participación en la revolución francesa y siempre, tanto él como su esposa, expresaba su admiración por Napoleón Bonaparte, de quien elogiaba su genio militar y sus ideales.
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El general don José de San Martín envió a su representante a Inglaterra en busca de Cochrane, y este volvió a Valparaíso con el militar —así como con otros oficiales británicos—, donde fueron recibidos por O’Higgins para la expedición libertaria.
Chile fue liberado, y pronto llegó la siguiente y más feroz responsabilidad: liberar al Perú. San Martín encomendó la crucial misión marítima a Cochrane, quien debía eliminar todo rastro de la armada española en las costas del Pacífico.
Pese a su carácter rebelde, lo logró. Thomas era un gran oficial y pudo someter al Callao con gran astucia. Tras tres bloqueos al puerto y el desembarco del San Martín en Paracas, el ejército de los españoles se replegó a Cuzco.
Foto: Comité Patriótico Bicentenario de la Independencia del Perú de Carabayllo/Facebook
Esto está muy documentado. Tanto el propio José de San Martín como otros generales de la Corriente Libertadora del Sur habían observado cómo afloraba la anarquía en algunos territorios liberados de Sudamérica.
El general tenía la convicción de que, en el Perú (una sociedad con gran concentración de aristócratas y nobles, y sin experiencia de autogobierno), el cambiar bruscamente de una monarquía absolutista a una república atraería y provocaría el surgimiento de caudillos militares ansiosos de poder y, por supuesto, de corrupción.
La idea de sugerir una monarquía constitucional a los peruanos era notoria. Mientras San Martín ideaba una expedición a Europa para buscar a un príncipe europeo, a Cochrane se le ocurrió la idea de ir a rescatar al mismísimo Napoleón, convencido de que el corso era la mejor opción para la naciente Sudamérica.
Su propia esposa lo cuenta de su puño y letra, en una carta recogida en la biografía escrita por Warren Tute. Allí dice que, antes de que el militar viaje a Chile, ya tenía en sus planes pasar por la isla de Santa Elena para rescatar al emperador.
“(En Bolougne) nos embarcamos en la ‘Rose’ el día aniversario del Primer Napoleón, rumbo a Valparaíso; pero con la intención de dirigirnos a Santa Elena, de solicitar una entrevista y de averiguar los deseos de Su Majestad respecto de colocarlo en el trono de América del Sur”.
Foto: Abe Books
Los planes cambiaron súbitamente, según Lady Cochrane, cuando al capitán de la embarcación se le dio la orden de ir directamente a Valparaíso “sin demora, y sin entrar antes a puerto alguno”.
“Al arribar Lord Cochrane al Callao, puerto de Lima, llegó a convencerse tanto de los enormes beneficios que recibiría el mundo si se colocara al emperador en el trono, que se despachó un ayudante confidencial, el coronel Charles, quien había servido anteriormente en Egipto bajo las órdenes de Sir Robert Wilson y, además, conocía personalmente al Gran Emperador, para transmitir los sentimientos del ‘nuevo mundo’”, apunta la carta, según recogió El Mercurio.
Esta misión habría estado destinada al fracaso, pues, antes de que llegue el edecán enviado por Cochrane, Napoleón murió en la isla donde estaba confinado por los ingleses.
Foto: El rincón de Byron
Pese a todo esto, el historiador chileno Barros afirma que Charles no pudo haber sido el agente elegido por Cochrane, ya que este había fallecido antes de tales fechas.
Sin embargo, Barros no le quita méritos a esta versión, ya que la encontró bien sustentada, según su investigación, y por tratarse de la mujer del oficial, que lo acompañó durante todos sus viajes saliendo de Inglaterra (de donde se había marchado sin herencia, pues su familia se la había quitado por casarse con una española).
El mencionado portal chileno recoge también una versión 100 años más antigua que la de Barros. Fue recogida por el historiador Vicuña Mackenna, quien en 1883, dejó escrito evidencia sobre una conversación que habría tenido el ministro del general O’Higgins, Miguel Zañartu Santa María, con su hijo en la década de 1850.
El ministro le habría contado a su hijo sobre “el olvido de la más noble historia sobre Napoleón y su cautiverio en Santa Elena”, así como del “atrevido proyecto que Lord Cochrane propuso al gobierno chileno”.
En esta versión, el oficial habría propuesto llevar a la escuadra de Chile a la remota isla del Atlántico, para traerlo a costas sudamericanos “sano y salvo”. Sin embargo, O’Higgins habría rechazado la moción por lo osada de la propuesta, y porque ello hubiera supuesto problemas diplomáticos con Inglaterra, la potencia mundial de entonces.
Thomas Cochrane participó en la revolución francesa. Foto: Sobre Francia
Las versiones anteriores a la de Barros contemplaban que Lord Cochrane habría llegado hasta solicitar el permiso del gobierno de Chile para llevar la armada naval hacia la isla de Santa Elena. Además, habría contemplado obtener simpatías del mismísimo general San Martín.
Sin embargo, el libertador del Perú habría quedado escandalizado del hecho, debido a que no estaba en el mayor interés de las repúblicas apenas independizadas que Inglaterra, acérrimo enemigo de Napoleón, tenga discrepancias con los ejércitos libertadores, sobre todo porque el Reino Unido tendría que ser un gran aliado comercial para el progreso de las nuevas naciones.