
En un país que no se menciona a lo largo de la película, dos clases sociales colindan con un zoológico al que ha llegado el hipopótamo Zafari. Se trata de una fábula distópica que muestra casas y una piscina en decadencia, donde la tecnología no sirve ante el desabastecimiento de alimentos, la escasez de agua y el servicio de luz que funciona solo algunas horas del día. Desde un edificio, una familia observa, con binoculares, el caos.
“En 2015 vimos una noticia sobre los zoológicos. No quiero hacer spoiler, pero dijimos: ‘Vamos a empezar a imaginar qué podría estar pasando ahí. Entonces, digamos que empezamos a inventar acerca de qué podría estar pasando en cualquiera de nuestras sociedades”, comenta la directora venezolana Mariana Rondón al lado de afiches de la película que coescribió con la peruana Marité Ugas. “El arte es un milagro en estos países. A todos los políticos les molesta mucho lo que nosotros hacemos”, nos dice en otro momento de la entrevista.
Zafari se estrenó este año en el Festival de San Sebastián y, después del Festival de Cine de Lima, estará en la cartelera comercial. Está protagonizada por la chilena Daniela Ramírez como Ana. En la historia, un grupo reducido de vecinos intenta mantener lejos de su propiedad a quienes están encargados de cuidar y alimentar a Zafari. Al mismo tiempo, los que pueden alistan las maletas para huir del país. “Hicimos muchísimas pruebas y un día nos llega el casting de una actriz que se graba a sí misma, con cámara en mano. La escena que teníamos era enorme, y hacía casi un recorrido por toda la película. Fue una cosa extraordinaria, la dimensión que le daba era fantástica. Tenía la capacidad de quebrarse y de sostener”.
Las guionistas y fundadoras de Sudaca Films compararon la realidad de otros países de la región para una película en la cual la crisis pone en el mismo lugar a los que se quedan. “Yo le contaba alguna anécdota de algo que estaba pasando en Venezuela”, comenta Rondón. “Y ella me decía: ‘Ah, como aquí en los 80 o como en Argentina en el 2000’. Entonces, uno dice: “Nos estamos repitiendo, nos están pasando las mismas historias. Tenemos que poder contar una historia que nos abarque a todos. Y que podría repetirse en cualquier momento. Puede estar pasando en ese instante en cualquier lugar. ¿En cuántos lugares de Perú, de Colombia y de Venezuela no hay agua en ese instante?”.
Así como en Zafari no menciona a ningún país, tampoco menciona a ningún gobierno, pero uno de los personajes le dice al otro que hay quienes sí están bien y que debió “quedarse callado”. La película nos muestra una realidad en la que los ciudadanos que sufren la escasez tienen como única esperanza emigrar. “Queríamos hablar de las consecuencias (de las decisiones políticas) en los seres humanos. Más allá de quién está en el Gobierno. Aun así, sigue siendo muy política. Después de todo, la película está hablando de una familia y de sus rupturas. Ves cómo te resquebrajas internamente como ser humano que está en medio de la sociedad, que está en medio de un mundo”.
¿Y qué piensas cuando algunos de tus colegas dicen que el arte no debe ser político?
Que no entendieron nada. Que no entendió que todo es político. Y que no entendió que estamos en un lugar del mundo que si no somos políticos estamos contribuyendo a lo peor. Porque creo que tenemos que poder ejercer lo que pensamos, lo que sentimos y eso es político. Lo político no es el panfleto, no son las militancias. Lo político es poder entender las consecuencias en la sociedad de los actos de todos nosotros. Y no solamente de los gobiernos, sino de nosotros. Una de las cosas que me fascina y que más queríamos trabajar es: ¿Qué decisión tomas tú ante la barbarie?
Claro, si tomas decisiones éticas o te sumas a lo que puede ser “barbarie” o corrupción, ¿no?
Sí, qué decisión tomas para ti y para el mundo. ¿Dices “hasta aquí llego yo” aunque esto implique un sacrificio? Un personaje es capaz de sacrificarlo todo para no sumarse a la barbarie. Esa es la verdadera decisión.
La película se filmó en República Dominicana, México y Perú. En la mayor parte de la película, vemos a los personajes del edificio tratando de sobrevivir buscando lo que queda en los departamentos abandonados. “Si yo necesitaba algo, no había. Era así el rodaje desde el lugar que los actores estaban viviendo”, comenta la cineasta sobre los sets de rodaje. “Tenían que mantener una contextura física. Entonces estaban sometidos a bastantes sacrificios”.
¿Qué esperan del estreno en Venezuela?
Mira, como en todos lados. Que la gente pueda verse. Pueda sentir qué decisiones éticas tomar. Al ser una coproducción de siete países, estamos estrenando en cada uno de los países coproductores. También va a estrenarse en Brasil. También se va a estrenar en República Dominicana. Y yo creo que en todos tiene un asidero. En todos hay un universo que los toca. Yo me acuerdo cuando Marité hablaba de que aquí abrían el grifo y lo que salía era barro, o me hablaba de las colas para poder comprar comida. No dejemos que esto vuelva a pasar en ningún lugar.
Mariana Rondón vuelve al Festival de San Sebastián - Programa Ibermedia
A pesar de los festivales y los premios, comenta que hacer cine independiente es “empezar de cero” siempre. “Es un cine autoral que busca financiarse con dinero de premios, de fundaciones... No nos embarcamos en deudas gigantescas con bancos. Entonces, tenemos que competir y compites al igual que la ópera prima que está apareciendo”.
Mariana Rondón y Marité Ugás han dirigido Aún es de noche en Caracas, que se estrena la próxima semana en Venecia. Está basada en la novela La hija de la española y tiene a Natalia Reyes y a Edgar Ramírez en el elenco. “El libro levantó mucha polvareda cuando se lanzó. Fue un éxito literario. Nos invitaron a codirigirla y es lo que hemos estado haciendo todo el año”.

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