La industria del entretenimiento es uno de los sectores más afectados por la pandemia del coronavirus, la crisis sanitaria más compleja en la historia de la Organización Mundial de la Salud.
Miles de películas se vieron obligadas a detener sus grabaciones y posponer sus estrenos en las salas de cine, por el alto riesgo de contagio. Sin embargo, Hollywood no piensa quedarse de brazos cruzados.
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El gobierno de California decretó la reanudación de las actividades cinematográficas desde el 12 de junio. Como si la polémica no fuera suficiente, un requisito reivindica el importante papel del CGI (imágenes generadas por computadora) en el futuro de la industria.
“Las escenas en las que un actor deba participar de manera cercana a otro, incluyendo escenas de sexo y otros momentos íntimos, deben ser reescritas, eliminadas o realizadas mediante CGI”, dictaminaron.
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Ex Machina (2015), por Alex Garland. Créditos: DNA Films / Universal Pictures.
En los últimos 20 años, las imágenes generadas por computadora han expandido las posibilidades del cine. Lo imposible ahora es una realidad detrás de cámaras: desde traer a actores fallecidos a la vida o rejuvenecerlos.
Esta medida ha sombrado a la comunidad de artistas, pero también inquietado a gran parte de los mismos. “No creo que estemos listos para eso [...] Todavía hay un valle inquietante”, declaró el director George Miller (Mad Max) sobre la novedosa técnica.
Conocido como Uncanny Valley, la teoría en el campo de la robótica señala que cuando las figuras antropomórficas replican la apariencia humana en demasía, causan un fuerte rechazo entre las personas.
El concepto ha sido una gran fuente de inspiración para muchas obras de ciencia ficción como Ghost in the Shell, A.I. Artificial Intelligence, Blade Runner y Ex Machina. Ahora, es nuestra realidad.
El replicante Roy es interpretado por Rutger Hauer. Créditos
“¿Qué es lo que nos hace humanos? ¿Es aquello que nos define biológicamente o se trata de algo conocido como alma?”, son las cuestiones existenciales que maneja la mítica película de Ridley Scott.
La historia nos sitúa en un mundo distópico donde una empresa crea robots a imagen y semejanza del humano, gracias a los increíbles avances de la ingeniería genética.
Aunque los denominados “replicantes” no son seres humanos, se ven, piensan y actúan de la misma manera que nosotros. La similitud es tal que solo es posible identificarlos por medio de la prueba de empatía Voight-Kampff.
Créditos: Composición
Cabe resaltar que aún faltan años para que este fenómeno finalmente suceda. Mientras tanto, el público seguirá expuesto a estas simulaciones en pantalla grande, las cuales han sido catalogadas incluso como “perturbadoras”.
En 1988, tras el estreno del cortometraje Tin Toy de Pixar, el público tuvo una reacción fuertemente negativa por el personaje del bebé, ya que había sido hecho demasiado parecido a uno real pero no lo suficiente.
En 2004, The Polar Express corrió la misma suerte. “Esos personajes humanos en la película son completamente perturbadores. Es desconcertante y un tanto horrible”, aseveró el crítico de CNN, Paul Clinton.
El irlandés (2019), dirigido por Martin Scorsese. Créditos: composición.
En cuanto a las películas de acción real, Last Starfighter (1984) y Tron: Legacy (2010) fueron los primeros exponentes del género que cimentaron las bases de esta evolución en la historia del cine.
Años después, Rogue One: a Star Wars story (2016) y The irishman (2019) mostraron cuánto se perfeccionó la famosa técnica. Ahora que el CGI cobrará mayor fuerza, se estima que tendrá un crecimiento a pasos agigantados.