Un equipo de investigadores de las universidades de Northwestern y Nuevo México ha descubierto un océano subterráneo a 700 kilómetros bajo la superficie terrestre, contenido en el mineral ringwoodita. Según los científicos Steve Jacobsen y Brandon Schmandt, esta gigantesca reserva de agua podría superar en volumen a todos los océanos de la Tierra juntos, lo que redefine nuestra comprensión sobre la cantidad de agua presente en el planeta y su distribución.
El descubrimiento, que se publicó en la revista Science, aporta nuevas pistas sobre el ciclo del agua en el planeta. "Finalmente hemos encontrado evidencia de un ciclo del agua que abarca toda la Tierra. Esto puede explicar cómo la superficie de nuestro mundo contiene tanta agua líquida", señaló Jacobsen.
El estudio abre nuevas posibilidades para entender cómo ha evolucionado la Tierra y se ha vuelto habitable. Descubrir grandes cantidades de agua en las profundidades del planeta podría haber sido clave para formar los océanos y mantener un clima estable a lo largo del tiempo.
El llamado "océano oculto" no es un mar como los que vemos en la superficie. Es agua atrapada a nivel molecular dentro de un mineral llamado ringwoodita, que se encuentra en la zona de transición del manto terrestre, a una profundidad de entre 400 y 700 kilómetros.
Este descubrimiento aporta evidencia de un ciclo del agua profundo que conecta las capas internas del planeta con la superficie. Foto: Fayer Mayer
Este descubrimiento es importante porque la cantidad de agua en el manto terrestre podría ser mayor que la de los océanos superficiales. Según Earth.com, las altas temperaturas y presiones, que superan los 2.000 grados Fahrenheit, convierten las moléculas de agua en radicales hidroxilo. Estos radicales quedan atrapados en la estructura cristalina del mineral, lo que podría tener implicaciones significativas para entender el ciclo del agua en la Tierra. Este fenómeno revela una nueva forma de almacenar agua bajo la superficie terrestre, lo que plantea preguntas sobre su influencia en el clima y la geología.
La ringwoodita, un polimorfo de alta presión del olivino, desempeña un papel crucial como "esponja" capaz de absorber agua en condiciones extremas. Su estructura cristalina permite atraer hidrógeno y, con ello, capturar agua en grandes cantidades.
La ringwoodita es un mineral que se encuentra en el manto terrestre. El color azul ofrece una pista de cómo puede ser el interior del planeta. Foto: Joe Smith/BBC
"Este mineral contiene hasta un 1.5% de agua en peso, lo que puede parecer poco, pero dada la extensión del manto terrestre, equivale a vastos volúmenes", indicó Jacobsen. La ringwoodita se encuentra en una capa del manto donde los científicos han sospechado por décadas que podrían existir grandes reservas de agua.
A diferencia del agua en la superficie, el agua en el manto no se encuentra en estado líquido, sólido o gaseoso. En su lugar, la inmensa presión de kilómetros de roca sólida provoca la disociación de las moléculas de agua, formando radicales hidroxilo.
Estas condiciones únicas hacen que el agua se incorpore a los minerales presentes en el manto. Este proceso es parte de un ciclo del agua profundo que ha sido difícil de observar directamente, pero cuya existencia ha sido confirmada con estudios como el de Jacobsen y Schmandt.
El manto terrestre contiene agua en forma de minerales hidrosilicatos, que forman parte del ciclo global del agua. La extracción masiva de este recurso podría alterar este ciclo, lo que afectaría a la disponibilidad de agua en la superficie del planeta. De acuerdo al estudio "The Deep Water Cycle", de la Universidad de Cambridge, si el manto es un componente clave en la regulación de los flujos hídricos y la distribución del agua a lo largo de la corteza, una alteración podría generar desequilibrios en la disponibilidad de agua en diversas regiones.
Por otro lado, a medida que se extrae agua del manto, podría disminuir la capacidad de este reservorio para mantener su volumen y estructura, lo que podría alterar la conductividad térmica en las zonas más profundas. Esto afectaría la circulación del calor dentro del planeta, lo cual es fundamental para el mantenimiento de la actividad volcánica y los procesos tectónicos. Un cambio en estos procesos podría tener repercusiones en la estabilidad de las placas tectónicas y la actividad sísmica en áreas cercanas a zonas de extracción.