En un mapa de la Tierra, el Polo Sur aparece como una región completamente blanca. Aunque parezca imposible, un reciente estudio ha revelado que pudo haber una selva tropical cerca de allí, hace 90 millones de años. Un equipo de científicos ha descubierto allí fragmentos de ámbar, una resina fosilizada que muestra cómo era este continente cuando todavía no estaba cubierto por hielo.
La investigación, realizada en una zona del fondo marino de la bahía del mar de Amundsen, ofrece pruebas claras de que la Antártida Occidental tuvo un clima cálido y húmedo durante el Cretácico medio. Esta es una de las épocas más cálidas de la historia del planeta y, hasta ahora, se desconocía si el continente congelado podía haber albergado bosques como otros durante ese periodo.
"Hasta el momento, se han descrito depósitos de ámbar en todos los continentes excepto la Antártida", se indica en el documento del estudio, publicado en la revista Antarctic Science.
El fragmento de ámbar fue hallado con una perforación en la Antártida. Foto: Klages et al.
El ámbar es una sustancia fosilizada que se origina de la resina de los árboles. Tiene la capacidad de preservar restos de plantas, cortezas e incluso organismos diminutos como polen y esporas. Por eso, es una herramienta invaluable para conocer cómo eran los ecosistemas del pasado.
Encontrar ámbar en la Antártida es un hecho sin precedentes. Antes de este descubrimiento, los registros más cercanos estaban en Nueva Zelanda y el sur de Australia. El nuevo hallazgo, denominado “ámbar de Pine Island” por su ubicación, confirma que hace millones de años la región contaba con bosques llenos de árboles que producían resina.
Además, los fragmentos encontrados tienen características particulares, como un color amarillo anaranjado y fracturas que indican que el ámbar se formó en la superficie de los árboles. Incluso hay señales de que estos árboles enfrentaron incendios forestales o daños, lo que provocó la producción de resina para protegerse de los daños ambientales.
Durante el Cretácico medio, la Antártida Occidental era muy diferente a la región congelada que conocemos hoy. Los científicos estiman que el clima era cálido y húmedo, con bosques tropicales pantanosos que se parecían mucho a los que actualmente existen en Nueva Zelanda y la Patagonia.
Este ecosistema prehistórico estaba compuesto principalmente por coníferas, helechos y otras plantas que lograron adaptarse a la oscuridad invernal que caracteriza a las regiones polares. Aunque estos árboles debían permanecer inactivos durante largos periodos de frío y sin luz solar, su capacidad para sobrevivir permitió la formación de resinas que hoy se encuentran fosilizadas como ámbar.
Los pantanos de esta región también contribuyeron a la conservación de las resinas. Las condiciones de agua estancada y baja cantidad de oxígeno, posiblemente, evitaron que la materia orgánica se descompusiera rápidamente, lo que habría permitido su preservación durante millones de años.
El Polo Sur es uno de los lugares con menos vegetación en la actualidad. Foto: Sandario
El descubrimiento demuestra que la Antártida no siempre fue un desierto helado, sino que alguna vez fue un lugar lleno de vida, con un clima cálido y húmedo. Además, las microinclusiones y restos de corteza en el ámbar, estudiados por los científicos, podrían revelar detalles sobre la flora y fauna de la época. Ello permitiría reconstruir cómo funcionaban estos ecosistemas y qué especies formaban parte de ellos.
Entender los cambios climáticos que transformaron a la Antártida en un continente helado podría ofrecer pistas sobre los efectos del cambio climático actual. Si en el pasado la Tierra atravesó periodos tan diferentes, los estudios de este tipo pueden ayudar a prever cómo los ecosistemas responderían a futuros cambios ambientales.