La fresa, un alimento muy apreciado en diversas preparaciones, desde postres hasta jugos, es en realidad un "fruto agregado". A pesar de su popularidad, pocos conocen su clasificación botánica y la función de los pequeños puntos que adornan su piel. En este artículo, desvelaremos la verdad detrás de este delicioso alimento.
Además de su sabor, las fresas son valoradas por su alto contenido de vitamina C, lo que las convierte en un aliado para la salud. Sin embargo, es fundamental entender su estructura y cómo se desarrollan para apreciar plenamente sus beneficios.
Los agricultores de fresas desempeñan un papel crucial en la cadena de suministro de esta popular fruta, que es valorada por su sabor y beneficios para la salud. Foto: EFE Agro
La fresa pertenece al género Fragaria y a la familia Rosaceae, que incluye a las rosas. A diferencia de las frutas convencionales, que se forman a partir de carpelos fusionados de una misma flor, las fresas son consideradas "frutos agregados". Esto significa que están compuestas por varios carpelos separados de una misma flor, lo que las distingue de otras frutas como las uvas o los arándanos.
Para que una fruta sea clasificada como baya, debe cumplir con ciertas características, como tener varias semillas y una estructura específica. Las fresas no cumplen con estos requisitos, lo que las sitúa en una categoría diferente dentro del mundo botánico.
Los puntitos que comúnmente se asocian con las semillas de la fresa son, en realidad, los frutos de la planta, conocidos como aquenios. Cuando la flor de la fresa es polinizada, el receptáculo se hincha, dando lugar a esta parte roja que conocemos. Cada aquenio contiene una semilla en su interior, pero estas no son la principal forma de reproducción de la planta.
En lugar de depender de las semillas, las fresas se reproducen principalmente a través de estolones, que son tallos que se desprenden de la planta madre y desarrollan raíces en el suelo. Este método de reproducción permite que las fresas se expandan y crezcan en nuevas áreas sin necesidad de sembrar las semillas.
Los aquenios no solo son una curiosidad botánica, sino que también desempeñan un papel crucial en la salud. Según un estudio del Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera (Ifapa) de la Junta de Andalucía, los aquenios son responsables del 81% de la capacidad antioxidante de las fresas. Estos pequeños frutos liberan antioxidantes como fenoles, flavonoides y antocianos, que ayudan a combatir el estrés oxidativo y previenen diversas enfermedades.
Los antioxidantes presentes en los aquenios contribuyen a la prevención de enfermedades cardiovasculares, diabetes, cáncer y obesidad, lo que resalta la importancia de este componente, a menudo ignorado, de la fresa.
La fresa es rica en vitamina C, lo que fortalece el sistema inmunológico y protege al organismo gracias a sus propiedades antioxidantes. Foto: Tiempo.com
Las fresas son una fuente rica en nutrientes que respaldan la salud. Su alto contenido de vitamina C, ácido fólico, vitamina A y potasio las convierte en un alimento ideal para fortalecer el sistema inmunológico y prevenir enfermedades. Según un artículo de Medical News Today, estos nutrientes ayudan a combatir enfermedades cardíacas, cáncer y problemas de presión arterial alta.
Incorporar fresas en la dieta diaria puede ser una excelente manera de mejorar la salud general y disfrutar de un sabor delicioso al mismo tiempo.