Una reciente excavación arqueológica en Egipto ha revelado un hallazgo que podría transformar nuestro conocimiento sobre las prácticas funerarias del antiguo Egipto. En la ciudad de Damietta, arqueólogos encontraron 63 tumbas de más de 2.500 años de antigüedad, junto con un tesoro de amuletos de oro, estatuas funerarias y monedas. Este descubrimiento, anunciado por el Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto, ofrece una valiosa perspectiva sobre las creencias religiosas y el comercio exterior de esa época.
El hallazgo ha sido acogido con entusiasmo por la comunidad arqueológica, que resalta la importancia de las tumbas y artefactos para comprender mejor la jerarquía social y las prácticas funerarias del Periodo Tardío, especialmente durante la Dinastía XXVI. La necrópolis de Tal al-Deir ha sido utilizada como cementerio durante siglos, desde la época ptolemaica hasta los periodos romano y bizantino.
El sitio de Tal al-Deir se ha convertido en uno de los más destacados de la arqueología egipcia reciente. Las 63 tumbas descubiertas, que datan del siglo VII a.C., contienen restos de personas de alto estatus, acompañadas de objetos de oro y otras riquezas, evidenciando la prosperidad de la ciudad de Damietta en aquella época. Este hallazgo no solo refleja la riqueza de la región, sino que también sugiere que Damietta desempeñaba un papel crucial en el comercio exterior, como lo indica la presencia de monedas de origen ptolemaico.
El descubrimiento en la necrópolis datan de la Dinastía XXVI, una época de gran importancia en la historia de Egipto. Foto: Ministerio de Cultura de Egipto
Además, el hallazgo de tumbas tan variadas, algunas construidas con adobe y otras más elaboradas con piedra caliza, indica la gran estratificación social de la época. Los expertos aseguran que las tumbas más sencillas pertenecían a personas de menor rango, mientras que las más elaboradas eran destinadas a individuos de mayor estatus, lo que refuerza la idea de que la estructura social estaba profundamente reflejada en los rituales funerarios.
Entre los artefactos encontrados, destacan amuletos funerarios y estatuas ushabti, las cuales se colocaban en las tumbas para servir a los difuntos en su viaje al más allá. Estos objetos, cuidadosamente tallados y decorados, revelan la importancia de las creencias religiosas en la vida después de la muerte. Los amuletos de oro hallados, que representan deidades egipcias, como Bastet y Horus, proporcionan una mirada profunda a las tradiciones espirituales del antiguo Egipto.
Entre los hallazgos destacan amuletos funerarios de oro y estatuas, utilizadas para acompañar a los difuntos en su viaje al más allá según las creencias egipcias. Foto: Ministerio de Cultura de Egipto
Además, los arqueólogos encontraron un jarrón de cerámica que contenía 38 monedas de bronce de la época ptolemaica. Este tesoro destaca la conexión comercial de Damietta con otras civilizaciones de la época. Las monedas no solo eran un símbolo de riqueza, sino también un reflejo del poder económico de la región durante el reinado de la Dinastía XXVI y los posteriores periodos ptolemaico y bizantino.
El descubrimiento también ha permitido a los expertos examinar la evolución de las técnicas funerarias en Egipto a lo largo de los siglos. En la necrópolis de Damietta se han documentado diferentes tipos de enterramientos, que van desde simples fosas hasta tumbas de adobe y de piedra caliza. Esto refleja la diversidad de costumbres funerarias empleadas según el estatus social de los difuntos.
Lorelei Corcoran, profesora de Historia del Arte y especialista en Egiptología, destaca la variedad de técnicas funerarias en un mismo cementerio. Esto, junto con los amuletos de oro y las monedas encontradas, pone de manifiesto la dicotomía entre la riqueza y el estatus de los individuos enterrados en Tal al-Deir. Esta diversidad en los rituales funerarios también ofrece pistas valiosas sobre cómo las creencias religiosas y las diferencias sociales se manifestaban en la manera en que se preparaban los entierros.
Las tumbas egipcias, aunque famosas por las leyendas de maldiciones, no siempre contaban con inscripciones explícitas de este tipo. En muchos casos, los egipcios recurrían a advertencias que tenían la intención de disuadir a los saqueadores mediante amenazas más simbólicas o espirituales, en lugar de maldiciones literales. Las inscripciones a menudo se centraban en proteger el descanso eterno del difunto y asegurar su viaje al más allá, más que en castigar físicamente a los intrusos.
El mito más famoso de las maldiciones se popularizó con el descubrimiento de la tumba de Tutankamón en 1922, cuando varios miembros del equipo de excavación murieron poco después de abrirla. Aunque estos eventos alimentaron la creencia en una maldición, estudios posteriores han demostrado que muchos de los que participaron en la apertura de la tumba vivieron largas vidas, incluido el propio Howard Carter, quien murió de causas naturales 17 años después.
En realidad, pocas tumbas egipcias tenían inscripciones de maldiciones y, cuando las había, eran más advertencias legales que amenazas sobrenaturales. Las trampas físicas y medidas de seguridad, como el uso de hematita tóxica o piedras de difícil acceso, eran algunas de las estrategias utilizadas por los antiguos egipcios para proteger sus tumbas, lo que podría haber contribuido a la asociación de estas tumbas con peligros o maldiciones.