El núcleo de la Tierra, que empieza a más de 5.000 km de profundidad de la superficie, exactamente bajo el manto y la corteza terrestre, se encuentra dividido en dos partes. Estas son el núcleo externo, una estructura de hierro y níquel en estado líquido, y el núcleo interno, una bola compuesta por los mismos metales pero en estado sólido.
Por su extrema presión y temperatura, el núcleo interno del planeta es un lugar inaccesible para el ser humano y su tecnología, así que todo lo que conocemos sobre esta estructura lo sabemos a partir de la observación de cómo las ondas sísmicas cambian de velocidad cuando lo atraviesan. Sin embargo, ¿se sabe cuál es la verdadera forma del 'corazón del planeta'?
Por mucho tiempo, los científicos creyeron que esta estructura era una esfera de metal perfecta y homogénea y solían representarlo así en muchas ilustraciones, que se han instaurado en el imaginario colectivo. Sin embargo, en 2023, un grupo de investigadores descubrió que su real aspecto no es ese, sino una esfera con accidentados relieves y distintas densidades.
El núcleo terrestre suele ser estudiado mediante el viaje de las ondas sísmicas. Foto: University of lllinois
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Según Guanning Pang, geólogo de la Universidad de Utah y principal autor del estudio, publicado en Nature, el núcleo interno terrestre está plagado de muchas ondulaciones, las cuales se vuelven más pronunciadas a medida que son más profundas y que suelen tener menos de 10 km de diámetro.
Esta singular textura demostraría, según el investigador, cómo el núcleo interno se ha ido solidificando desde que nuestro mundo empezó a formarse alrededor del Sol hace 4.500 millones de años.
Según el experto y sus colegas, el patrón de relieves descubierto parece revelar que el núcleo interno pasó por un periodo de rápido crecimiento y luego empezó a endurecerse lentamente, hasta convertirse en la masa sólida actual, cuyo rápido giro da lugar al campo geomagnético que nos protege de la radiación.
"Por primera vez confirmamos que este tipo de falta de homogeneidad está en todas partes dentro del núcleo interno", aseguró Pang, aunque destacó que el trabajo aún no ha terminado por completo para los geofísicos. "Todavía hay cosas que se desconocen al respecto", precisó.
El giro del núcleo de la Tierra genera un escudo geomagnético que protege al planeta de los eventos solares más extremos. Foto: BBC
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Con ayuda de unos 20 sismómetros distribuidos por todo el mundo, Guanning Pang y sus colegas analizaron datos sísmicos de unos 2.455 terremotos ocurridos en un periodo de 25 años y que eran mayores de una magnitud de 5,7.
Estos eventos telúricos habían sido tan potentes como para que sus ondas sísmicas se reflejasen en el núcleo interno y viajasen de regreso a la superficie, con cambios mínimos detectables en sus ondas.
Sin embargo, según Keith Koper, sismólogo y coautor del estudio, esto no fue tarea sencilla, ya que las señales sísmicas que regresaban eran realmente pequeñas. "El tamaño es del orden de un nanómetro. Así que estos ligeros ecos y reflejos son muy difíciles de ver", sostuvo el especialista.