La Corriente Circular del Atlántico (AMOC, por sus siglas en inglés) podría colapsar desde el 2025 hasta el 2095 y, muy posiblemente, hacia la mitad del siglo. Así lo advierte un reciente estudio publicado en la revista Nature. ¿Cómo es esta corriente marina y cómo nos afectaría su colapso?
La corriente del Atlántico es un sistema de corrientes marinas que fluyen a lo largo del Océano Atlántico —el segundo océano más grande del mundo, ubicado entre América, Europa y África—, por lo que conforma una parte importante de la circulación oceánica.
El rol de AMOC (Atlantic meridional overturning circulation) es significativo para la distribución del calor y nutrientes en el océano, además de impactar en el clima a nivel regional y global.
Las principales corrientes marinas en el Atlántico son la corriente del golfo y la corriente del Atlántico Norte, ambas trasladan grandes volúmenes de agua y calor a través de los océanos del mundo. Mientras que, la primera es cálida y fluye desde el golfo de México hacia el noroeste del Atlántico, la segunda es una extensión que circula hacia el noreste desde el Caribe y la Florida y, con su enfriamiento al pasar por latitudes más altas, contribuye a moderar el clima en las regiones costeras de Europa occidental.
Mapa topográfico de los mares nórdicos y cuencas subpolares con circulación esquemática de corrientes. Foto: R. Curry
Investigadores de la Universidad de Copenhague señalaron que es 95% probable que la corriente del Atlántico colapse en cualquier momento, desde 2025 hasta mediados del siglo, más pronto de lo previsto en estimaciones anteriores.
“Un próximo colapso de la circulación de vuelco meridional del Atlántico es una gran preocupación, ya que es uno de los elementos de inflexión más importantes en el sistema climático de la Tierra”, indica el estudio. “Estimamos que se producirá un colapso de la AMOC alrededor de mediados de siglo en el escenario actual de emisiones futuras”, afirma.
La advertencia es producto de observaciones basadas en señales de alerta temprana, principalmente en un aumento de la pérdida de resiliencia y una desaceleración crítica de AMOC, a partir del aumento de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera.
El colapso de la corriente del Atlántico, según las estimaciones, tendría consecuencias significativas en el clima y los ecosistemas en América del Norte y Europa, principalmente. Debido a su rol como regulador climático, podría reducir el flujo del calor y desencadenar inviernos más fríos en Europa occidental.
Asimismo, como se trata de un importante sistema de corrientes marinas, los efectos de su colapso impactarían a nivel mundial. "Puede tener consecuencias muy graves para el clima de la Tierra, por ejemplo, al cambiar la forma en que el calor y las precipitaciones se distribuyen globalmente”, declaró Peter Ditlevsen, coautor del citado estudio, a la Deutsche Welle.
Además, cabe destacar que teniendo en cuenta el papel de los océanos en la absorción y transporte de dióxido de carbono, un inminente colapso en sus corrientes podría afectar esta función y agravar el cambio climático por el aumento de CO2 en la atmósfera.
Por otro lado, diversas especies marinas habitan en la corriente del Atlántico, por lo que el inminente colapso afectaría sus rutas migratorias y disponibilidad de alimentos. Con ello, la pesca, actividad de sustento para diversas comunidades humanas, resultaría perjudicada.