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Ciencia

El ambicioso plan de Rusia para lanzar su propia estación espacial

La salida de Rusia de la Estación Espacial Internacional (EEI) no es un salto al vacío, ya que está construyendo su propia meganave para el 2025.

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Roscosmos planea enviar la estructura principal de su nave orbital en 2025. Foto: Roscosmos / Dmitri Rogozin

Rusia ha anunciado su retiro de la Estación Espacial Internacional (EEI) y con ello le pondrá fin a más de dos décadas de cooperación entre su agencia espacial Roscosmos y las otras cuatros más importantes del mundo: NASA (EE. UU.), ESA (Europa), JAXA (Japón) y CSA (Canadá).

Roscosmos planeaba participar en la EEI hasta 2024, fecha en la que vencía el acuerdo con sus socios internacionales. Sin embargo, ante la negativa de las potencias de Occidente en levantar las sanciones contra sus empresas cosmonáuticas, la agencia ha decidido dar un paso al costado.

La noticia fue anunciada por el director general de Roscosmos, Dmitri Rogozin, quien reiteradamente había amenazado con abandonar la plataforma y dejarla estrellar contra la Tierra.

No obstante, la deserción de Rusia del proyecto internacional no significará un salto vacío para su programa espacial, ya que el país asegura guardar un as bajo la manga.

Rusia está construyendo el primer módulo base para su nueva estación orbital. Foto: Roscosmos / Dmitri Rogozin

Rusia y su propia nave orbital

La idea de una estación espacial rusa fue anunciada por Rogozin en abril de 2021, durante un contexto de acusaciones de espionaje por parte de Estados Unidos y una mayor presencia militar rusa en la frontera de Ucrania, el país vecino que hoy invade.

Según Roscosmos, el primer módulo del laboratorio orbital se encuentra actualmente en desarrollo en el taller 439 de Energía, una corporación rusa constructora de cohetes e instrumentos espaciales.

“Ya se está construyendo el primer módulo base para la nueva estación orbital de servicio rusa”, notificó Rogozin, quien además compartió fotografías y un vídeo de los trabajos realizados.

De acuerdo a sus planes, la estructura principal de la nave estaría lista para ser lanzada en 2025 y sus demás módulos se ensamblarían en el espacio en los años siguientes.

Según Andréi Ionin, miembro de la Academia Rusa de Cosmonáutica, en diálogo con la agencia de noticias rusa RIA Nóvosit, el proyecto sería “extremadamente costoso”. “Creo que en 10 años saldrá en un billón de rublos (unos 13.000 millones de dólares)”, declaró.

En este laboratorio se realizarán labores de investigación acerca de cómo el ser humano puede adaptarse a la vida en el espacio, tal como lo hace ahora la EEI y, anteriormente, Mir, la nave de la Unión Soviética (URSS) que fue pionera en ser habitada permanentemente.

Fotografía de la Estación Espacial Internacional (EEI) tomada desde el módulo ruso Nauka. Foto: Oleg Novitsky / Roscosmos

El futuro de la Estación Espacial Internacional

La NASA ha aceptado que la Estación Espacial Internacional se deberá enfrentar a “grandes desafíos logísticos” si el segmento ruso se desprende del gigantesco laboratorio, ya que dicho país cumple un rol significativo en el proyecto.

En la EEI, los cosmonautas de Roscosmos se encargan de controlar la orientación del laboratorio y la previsión de colisiones peligrosas desde su módulo Zvezdá, así como de enviar combustible y cargamento mediante sus naves Progress (las únicas capaces de dicha tarea actualmente).

La estación, a 400 km sobre la Tierra, está compuesta por 16 módulos habitables. De ellos, seis han sido enviados por Roscosmos (Zarya, Pirs, Zvezda, Poisk, Rassvet, y Nauka), ocho por la NASA y el resto por JAXA y la Agencia Espacial Europea (ESA).

El actual segmento orbital de Rusia en la Estación Espacial Internacional está compuesto por seis módulos. Foto: NASA / ISS

El distanciamiento de Rusia de la NASA y ESA ya está remeciendo el terreno de varios proyectos espaciales internacionales. En este último mes, por ejemplo, Rusia ha cortado el suministro de motores de cohetes para Estados Unidos y Europa y ha anunciado futuras misiones independientes a Marte.

Según Rogozin, las contramedidas han significado un gasto de 12.000 millones de dólares para las potencias de Occidente.