El cambio climático está debilitando el permafrost, la capa de suelo permanentemente congelado bajo la superficie de la Tierra, lo que se puede convertir en una seria amenaza para los habitantes del Ártico, ya que este evento permite que el radón, un gas radiactivo natural, se libere y provoque cáncer de pulmón.
El permafrost ha actuado como una barrera protectora para que el mencionado elemento no escape y contamine los edificios por los sótanos, según el profesor Paul Glover, de la Universidad de Leeds, y su coautor M. Blouin. La capa reduce la exposición a la radiación a una décima parte del nivel de fondo.
Debido a la prevalencia del tabaquismo en comunidades subárticas, el radón produce tasas de mortalidad más altas en aquella zona. Representa, aproximadamente, una de cada 10 muertes por cáncer de pulmón y afecta mucho más a los fumadores que a los no fumadores.
En el estudio subido a la revista Earth’s Future, los autores muestran que, en construcciones con sótanos, la presencia del gas puede aumentar a más de 100 veces su valor inicial hasta por siete años, dependiendo de la profundidad del permafrost y con qué rapidez se descongele.
Una ciudad en el Ártico asentada sobre permafrost. Foto: Universidad de Leeds
Esto demuestra la importancia no solo de mantener intacta esta capa al limitar el calentamiento global, sino que también tiene implicaciones significativas para la provisión de salud, los códigos de construcción y los consejos de ventilación.
“Si el permafrost fuera estable, no habría motivo de preocupación. Sin embargo, ahora se reconoce ampliamente que el cambio climático está provocando un deshielo significativo, con una pérdida esperada del 42% en la Región Circumpolar del Permafrost del Ártico (ACPR, por sus siglas en inglés) para 2050″, aseveró el experto de la Escuela de la Tierra y el Medio Ambiente de Leeds.
Para edificios con sótanos, la pérdida constante del permafrost puede ocasionar que la concentración de radón permanezca por encima del valor de 200 becquerel por metro cúbico (Bq/m³) que muchas naciones usan como umbral de acción, por hasta siete años, dependiendo de la profundidad y la tasa de descongelación.
“Dado que no se ha percibido un problema histórico de este elemento en estas comunidades y el gas en sí es indetectable sin dispositivos especializados, consideramos que esto es una amenaza importante y totalmente evitable para la salud de las comunidades del norte”, apuntó Glover.
Con información de Europa Press.