La genealogía de la evolución humana está llena de misterios que aún alimentan grandes debates entre los científicos. Uno de ellos ocurrió en 1935, cuando el paleoantropólogo alemán Gustav von Koenigswald descubrió en un mercado negro de Hong Kong, en China, los molares de un antiguo mono gigante. Desde entonces, el hallazgo inició un discusión sobre si se podía tratar de un pariente lejano del hombre moderno.
Reconstrucción del Gigantopithecus blacki en el zoológico de San Diego, en Estados Unidos. Foto: Museum of Man San Diego
Se trataba de Gigantopithecus blacki —o llanamente, gigantopiteco—, un primate de 3 metros de alto y aproximadamente 500 kilogramos de peso que prosperó durante seis a nueve millones de años en los bosques de China, India y Vietnam. En su área natural, el gigantopiteco tuvo una estricta dieta vegetariana basada en bambú y frutas y, según los expertos, se cree que incluso vivieron paralelamente al homo erectus.
En las décadas siguientes al hallazgo, se han recolectado varios dientes y hasta un trozo de mandíbula de esta especie única, pero hasta ahora no se han encontrado ningún cráneo. Tal como indican los expertos, Gigantopithecus se extinguió misteriosamente hace unos 300.000 años, durante el Pleistoceno.
Descubrir a la amplia familia de ancestros del Homo Sapiens no es tarea sencilla. El motivo no se debe únicamente por la escasez de restos fósiles, sino también por la carencia de técnicas avanzadas en genéticas y moleculares que determinen su divergencia con otras especies hermanas.
Gigantopithecus blacki es el primate más grande de la historia. Foto:
En paleobiología, el estudio del ADN es el mejor método para conocer las instrucciones de un ser vivo; sin embargo, esta molécula no permanece durante mucho tiempo en los fósiles antiguos. Por esa razón, otra alternativa es la paleoproteómica. Dicha ciencia estudia a gran escala las proteínas, que son más estables en el tiempo a comparación del ADN.
Así, un estudio de 2019 en la revista científica Nature analizó el molar de gigantopiteco encontrado en 2006 en una cueva del sur de China en busca de proteínas fosilizadas en el tiempo. De esa manera, se clasificó a Gigantopithecus como un género extinto de primates hominoideos dentro de la evolución del linaje humano.
Los hominoideos son grupos de primates antropomorfos que comparten la carencia de cola, un diseño corporal que les permite una posición recta del tronco y un cráneo similar. Estos pueden ser pequeños (gibones, siamangs) o grandes (orangutanes, gorilas, chimpancés y seres humanos). Así, el estudio concluyó que Gigantopithecus es un pariente lejano de los orangutanes.
Mandíbula de Gigantopithecus hallada en 2016. Foto: composición / Wei Wang / Theis Jensen
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Sobre la desaparición de Gigantopithecus se esgrimen distintas hipótesis que apuntan a su gran tamaño como una desventaja evolutiva. Por un lado, los expertos señalan que los mamíferos grandes se reproducen menos y, por lo tanto, su población es menor, dos factores que mantienen a una especie al borde de la extinción.
Por otro lado, los grandes mamíferos también tienen necesidades metabólicas más altas, ya que convierten más la energía que consumen en calor. Así, se cree que los cambios climáticos del Pleistoceno redujeron la cantidad de alimentos de los bosques hasta que los gigantopitecos quedaron sin la fuente alimenticia necesaria.