Este mes de noviembre, el telescopio espacial Hubble de la NASA ha compartido nuevas imágenes maravillosas del espacio. Esta vez, se tratan de los cuatro planetas más lejanos de nuestro sistema solar: Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. A través de estas postales, tomadas cada año como parte del programa anual Outer Planets Atmospheres Legacy (OPAL), el telescopio observa a detalle los cambios sutiles o extremos en las atmósferas de estos gigantes gaseosos.
Tras comparar las tormentas, vientos y nubes de su atmósfera con las de años anteriores, los astrónomos pueden comprender con qué frecuencia y cuándo ocurren ciertos patrones climáticos. A la fecha, las agencias espaciales preparan nuevos proyectos con tecnología más sofisticada para mejorar sus observaciones desde lejos, tales como el telescopio James Webb, que está próximo a lanzarse.
A diferencia de los cuerpos rocosos como la Tierra y Marte, estos planetas están compuestos, según la NASA, por “sopas gaseosas frías de hidrógeno, helio, amoníaco, metano y agua” que se ubican encima de un núcleo tan compacto como caliente.
Según el reciente registro cósmico, la atmósfera de Júpiter ha cambiado significativamente. Por un lado, han detectado que hay un mayor número de tormentas nuevas por encima de su ecuador, llamadas también barcazas. Por otro lado, ha llamado la atención que su ecuador persista de un tono naranja intenso cuando, según las predicciones, debía lucir de un color blanco o beige.
“Me sorprende cuando miro a Júpiter, en las barcazas o en la banda roja, justo debajo, se pueden ver estructuras de nubes que son claramente mucho más profundas. Estamos viendo mucha estructura aquí y variación de profundidad vertical “, sostuvo Amy Simon, del Goddard Space Flight Center, en el comunicado de la NASA.
Saturno, el planeta anillado, revela alteraciones de color rápidas y extremas en su hemisferio norte, durante su otoño. Un rasgo particular de la observación de este año es que la tormenta hexagonal de Saturno ha vuelto a ser apreciada después de que el 2020 haya sido difícil de distinguir.
Según Michael Wong, astrónomo de la Universidad de California, la apreciación tan nítida de estas bandas solo es posible con un telescopio ubicado en lo alto de nuestra atmósfera. “Si miras esto a través de un telescopio terrestre, hay algo de confusión en nuestra atmósfera, y perderás algunas de esas variaciones de color. Nada en el suelo obtendrá imágenes de luz visible tan nítidas como las del Hubble”.
Urano, por otro lado, fue capturado en imagen desde un ángulo cenital, acaparando la gran capa polar en su hemisferio norte durante su estación de otoño. En este periodo, los científicos teorizan que la radiación ultravioleta en Neptuno puede estar causando que su polo brille, sin embargo, aún desconocen cómo sucede este mecanismo.
En Neptuno, el último planeta hasta donde se sabe, aún es posible observar la mancha oscura que recientemente había invertido su curso hacia su ecuador. Su color azul, al igual que Urano, se debe a su abundancia de metano en la atmósfera, combinado con un proceso similar a la dispersión de Rayleigh que sucede en la Tierra.