La energía oscura, según las estimaciones científicas, es una especie de fuerza repulsiva gravitacional, es decir, se trata de un evento perteneciente a las leyes de la física que separa la materia en lugar de concentrarla o atraerla.
Como lo dijo Ariel Sánchez, del Instituto Max Planck de Física Extraterrestre con sede en Garching, Alemania —en una entrevista para la BBC— sabemos que todo el espacio-tiempo está en expansión desde el Big Bang o ‘gran estallido’, cuando Edwin Hubble (1889-1953), el padre de la cosmología observacional, lo estableció entre 1929 y 1930. “Ese resultado cambió drásticamente nuestra comprensión del universo”, apuntó el investigador.
Más adelante, Sánchez enfatizó que como la edad probable del universo se sitúa en 14.000 millones de años y la expansión habría dado inicio en unos 4.000 millones de años, entonces, en este “inventario astronómico”, la energía oscura representa un 70% de toda la energía cósmica.
Tasa de expansión del universo en diferentes direcciones. Mientras el color es más encendido, representa una velocidad mayor | Foto: Universidad de Bonn / K. Migkas et al.
Hasta ahora, los físicos habían forjado un pensamiento unidireccional respecto al tema; no obstante, un artículo alojado en la plataforma de preimpresión Arxiv.org menciona que pueden existir varios campos cuánticos relacionados a la energía oscura.
Para el astrofísico Paul Sutter, con grado de PhD. en la Universidad de Illinois, si hubiese una energía oscura múltiple, viajaría por las galaxias.
“En total, en todo el cosmos, el efecto a gran escala sigue siendo el mismo (es decir, expansión acelerada), pero un exceso de energía oscura aquí o un déficit allí podría afectar cómo las estructuras más grandes del universo, como los cúmulos de galaxias y el grandes vacíos cósmicos, crecen y evolucionan”, sostuvo Sutter en el portal digital Space.com.
Aunque esos múltiples rastros son potencialmente detectables, en palabras del también productor de Ask a Spaceman —podcast y serie de YouTube—, todavía “no tenemos la sensibilidad de medir estas diferencias”. Una alternativa de solución es la puesta en órbita a mediados de la década del telescopio Nancy Grace Roman (NASA), denominado ‘la madre de Hubble’, en referencia al veterano aparato lanzado en 1990.
“Muchos teóricos favorecen algún tipo de campo cuántico como impulsor de la energía oscura, pero estas ideas son difíciles de reconciliar con las ideas de la teoría de cuerdas”, propuso Sutter.
Los denominados campos cuánticos, que compondrían las fuerzas y partículas, responden a modelos subatómicos. Lo que ocurre a escala infinitesimal no se refleja a un macronivel. Por ejemplo, si se observa constantemente a una partícula, obviamente parecerá estar siempre allí, arrinconada y vigilada; en cambio, cuando uno ‘desvía la vista’, puede que haya migrado a otra región.
Sería sumamente extraño si divisamos una ciudad a través de la ventana de un tren y todo el paisaje desaparece o muta al desviar nuestra la atención de los sentidos. Esta supuesta incoherencia no ocurre en la realidad de las estructuras superiores como los organismos humanos.
Ante la expansión del universo, los científicos quieren saber si llegará el momento en que todo vuelva a un solo punto | Foto: ABC
Al retomar la teoría de cuerdas, nos damos cuenta que es difícil darle un compartimiento digno en esta clase de armario primordial. En tal hipótesis científica, que busca ser postulada como un modelo fundamental de la física, cada partícula es en realidad una onda o vibración, dicho de otro modo, el universo vendría a ser algo así como una composición musical.
De existir, de acuerdo a los expertos, necesitaría al menos once dimensiones, y solo conocemos tres con exactitud: altura, anchura y volumen. Muchas de las configuraciones de la teoría de cuerdas simplemente no encuentran su vinculación al mundo cuántico, que permitiría la inflación del universo por las hipotéticas energías oscuras.