
Así es la única mezquita de Lima: un lugar de culto donde la enseñanza del árabe y la religiosidad transforman la comunidad
En pleno Magdalena, se encuentra una mezquita que rompe con la rutina del barrio. Con sus cúpulas vidriadas y una inscripción árabe en la fachada, es imposible no fijarse. Pero lo interesante no está solo en lo religioso, sino en algo que va más allá: aquí se enseña árabe, un idioma que une y desafía estereotipos.
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Por Emil Faryd Grijalva Flores / Marco Carrasco Villanueva
En el corazón de Magdalena, entre el jirón Tacna y el jirón Alfonso Ugarte, hay un lugar que rompe con la monotonía urbana de la zona: un pequeño edificio con cúpulas vidriadas y una inscripción árabe en su fachada llama la atención de quienes pasan por allí. No es un centro comercial ni una embajada. Es una mezquita. Y dentro de ella ocurre algo que, aunque simple a primera vista, trasciende lo religioso: se enseña árabe. No solo a musulmanes, y no solo por fe. Esta es la historia de un espacio donde el idioma se convierte en puente, y donde cada palabra pronunciada desafía estereotipos y siembra entendimiento.
Mi visita comenzó un lunes por la tarde, aproximadamente un mes después de finalizado el Ramadán. Fui recibido por el guardián de la puerta con un cordial "As-salamu alaykum" y una sonrisa. Aunque ya había estado allí un par de veces y sabía que la respuesta correcta era "Wa-ʿalaykumu s-salām", contesté con un tímido "Buenas tardes". Acto seguido, le pregunté si podía hablar con el sheikh o imán de la mezquita para conocer más sobre las clases de árabe. Me pidió que esperara un momento, pues llegaría pronto.
El interior del lugar transmite paz. Al entrar, lo primero que se ve es un patio donde se realizan diversas actividades; más adelante están el minarete y la sala de oraciones. Para acceder a este último, es necesario descalzarse, tanto por respeto al espacio sagrado como porque está completamente alfombrado. Dentro, el ambiente es singular: alfombras impecables y un lugar con estantes con libros en varios idiomas. Se visualizaba, entonces, un espacio vivo donde lo espiritual y lo pedagógico se entrelazan.
¿Se puede aprender árabe en una mezquita?
Al frente del programa académico está el sheikh Ahmed, un docente formado en El Cairo y Estados Unidos, con amplia experiencia tanto en la enseñanza religiosa como en la lingüística. Para él, el árabe no es solo una herramienta espiritual, sino también un vehículo de intercambio cultural. "Los cursos de árabe se imparten desde la fundación oficial de la mezquita", confirma. A diferencia de las academias privadas o las plataformas digitales, estas clases tienen un enfoque particular que surge de una visión comunitaria, basada en el respeto y la diversidad.
Podría parecer contradictorio aprender una lengua en un espacio confesional y esperar neutralidad cultural. Sin embargo, en esta mezquita, lo religioso no impone, sino que contextualiza. Vemos, entonces, que enseña el idioma con apertura, comenzando por lo básico - el alfabeto, saludos cotidianos y frases útiles para viajeros o profesionales - pero evitando versículos coránicos en clases para no musulmanes. Aunque, como aclara el sheikh Ahmed, ciertas expresiones como el tradicional "As-salāmu ʿalaykum" (La paz sea contigo) son indisociables de la lengua árabe, así como del Islam, sin que esto sea una intervención religiosa a los interesados.

El sheikh Ahmed, con formación internacional, lidera clases de árabe en la mezquita, promoviendo el respeto y la diversidad cultural. Foto: composición LR/ Emil Faryd Grijalva Flores
La metodología es decididamente comunicativa. Priorizan la expresión oral sobre la gramática, la comprensión sobre la memorización. Las clases incorporan canciones para perfeccionar la pronunciación, textos con transliteración y, sobre todo, buscan que los estudiantes pierdan el miedo a equivocarse. Cada clase empieza con la frase de bienvenida: as-salāmu ʿalaykum (la paz sea contigo), y con ella, un nuevo intento por acercarse a una cultura que suele estar cargada de malentendidos.
Un crisol de motivaciones en el aula de árabe
En mi conversación con el sheikh Ahmed surgió una revelación inesperada: cerca del 60% de los estudiantes no profesa el islam. El perfil de los alumnos rompe con cualquier estereotipo: desde adultos mayores que encuentran en estas clases un estimulante pasatiempo - y para quienes el ritmo debe ser más pausado sin sacrificar la rigurosidad - hasta jóvenes aspirantes a becas en universidades islámicas. También hay profesionales de relaciones internacionales, periodistas, funcionarios de organismos migratorios y mujeres que trabajan en entidades multilaterales.
Las motivaciones son tan variadas como sus historias personales: algunos buscan herramientas para su desarrollo profesional; otros, reconectarse con sus raíces familiares; muchos, simplemente sienten curiosidad por descubrir una nueva cosmovisión a través de la lengua. Esta diversidad genera un ambiente único donde coinciden generaciones, oficios y perspectivas distintas. Lo que todos comparten es esa disposición a escuchar - en el sentido más literal y figurado - no solo una nueva lengua, sino también las tradiciones y valores que conlleva.
¿Qué material se usa para aprender el idioma?
Bajo su dirección, el curso ha logrado consolidarse con una estructura pedagógica clara y sostenible. Una inquietud que planteé durante nuestra conversación fue cómo adaptan los recursos de enseñanza al contexto peruano. El sheikh explicó que utilizan materiales diseñados en España, aprovechando la larga tradición islámica del país europeo y su mayor desarrollo en la enseñanza del árabe como lengua extranjera. "Esto facilita la labor educativa en Perú", señaló.
Sin embargo, aclaró un matiz importante: aunque el curso para no musulmanes evita contenidos explícitamente religiosos, no los omite por completo. Algunas expresiones y conceptos, como sabr (paciencia), requieren una explicación cultural más amplia, ya que su significado trasciende la traducción literal y está profundamente ligado a valores comunitarios. "No se trata de imponer una fe, sino de comprender cómo el idioma refleja una cosmovisión", precisó. Así, los estudiantes no solo aprenden palabras, sino también su carga histórica y social, enriqueciendo su dominio del árabe desde una perspectiva auténtica.
Del aula a Arabia
Un logro notable del programa es que varios de sus egresados han obtenido becas para estudiar en prestigiosas universidades islámicas. La formación integral que reciben les ha permitido superar con éxito los exigentes exámenes de admisión y acceder a estudios avanzados en teología y derecho islámico. La mezquita se ha convertido así en una plataforma que impulsa a estos futuros líderes. Más allá de la enseñanza lingüística, ofrece un puente hacia oportunidades académicas y facilidades para quienes demuestren vocación. Sin embargo, el camino no es sencillo: las becas requieren cumplir requisitos rigurosos, especialmente para aquellos jóvenes que aspiran a dedicar su vida al estudio y servicio del islam.
El objetivo, como explica el sheikh Ahmed, no es formar eruditos aislados, sino profesionales preparados para servir a sus comunidades, mediar en contextos multiculturales y representar los valores del islam con profundidad académica y sensibilidad ética. Esta visión refleja el compromiso de la mezquita con una educación que trasciende las aulas: una que forja ciudadanos globales capaces de tender puentes entre culturas.
Romper prejuicios desde el idioma
En un país como el Perú, donde el Islam sigue siendo una minoría poco conocida, espacios como este cumplen una función pedagógica más allá de lo lingüístico. El curso se ha convertido, sin proponérselo directamente, en un antídoto contra los prejuicios en torno al Islam. Al mostrar el árabe como una lengua viva, hablada por millones, asociada no solo con religión, sino con literatura, ciencia, arte y afecto, se desmontan muchas ideas preconcebidas. Es importante aclarar que la fraternidad que se vive en este lugar dista mucho de la islamofobia vivienda en Occidente. Pese a la propaganda contra esta religión, el Imán nos dice que felizmente en América Latina la islamofobia es mínima, prueba de ello, nos comenta, el auge de la creación de las mezquitas y musalas en el país.
Salir de la mezquita fue como dejar un pequeño universo paralelo, pensando en lo diferente, pero a la vez cercano, que solo puede sentir un no musulmán en un espacio como este. Donde el idioma no es barrera, sino posibilidad. En tiempos de polarización y discursos del odio, espacios como este nos recuerdan que aprender otra lengua es, también, aprender otra forma de escuchar. En este curso de árabe, lo importante no es solo lo que se dice, sino cómo se escucha. Y eso, en cualquier idioma, es el comienzo del entendimiento.
¿Te gustaría aprender árabe?
Debido al Ramadán, la enseñanza del idioma se va a volver a reiniciar a mediados de mayo. El curso es completamente gratis. El consejo que brindó el sheikh para los interesados es que solo es necesario apertura y paciencia, luego de 3 meses, se obtiene un certificado completamente gratuito. De igual modo, para más información sobre el curso y el aprendizaje del Islam, seguir a la Asociación Islámica del Perú en sus redes sociales, especialmente Facebook, donde publican todas las actividades que realicen a lo largo del año.
*Emil Faryd Grijalva Flores es un estudiante de noveno ciclo de Ciencia Política en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Actualmente se desempeña como coordinador de investigación del Grupo de Estudios Urbanos - Ciudad Crítica. Sus intereses académicos se centran en Políticas Sociales, Gestión Pública y Planificación Urbana.
*Marco Carrasco es un economista peruano especializado en desarrollo internacional, estudios asiáticos y economía del comportamiento. Ha estudiado en la Universidad de Harvard y la Universidad de París 1 Panteón-Sorbona, y ha laborado para organismos como la OEA, OIT, UNICEF y consultoras en EE.UU. y China. Fue parte del equipo ganador global del NASA Space Apps Challenge 2020 y desde 2021 es Líder Local del evento en Lima. En 2022, fue seleccionado como Joven Académico para el Encuentro de Premios Nobel de Economía en Lindau, Alemania. Colabora con diversos medios nacionales e internacionales.