Los nombres detrás del asesinato del líder asháninka Santiago Contoricón
Exclusivo. Fiscalía investiga a 5 personas por el asesinato del líder asháninka. En la lista figuran Neto Prado Palomino (26) como presunto autor del disparo y Jesús Sulca Huamán (34), quien sería el dueño de la droga incautada gracias al dirigente, a quien habría ordenado a ejecutar. La viuda habló con La República desde la clandestinidad. “Tengo miedo por mis 3 hijos”.
Este 15 de julio, Santiago Camilo Contoricón Antúnez cumpliría 58 años, recuerda entre lágrimas Bernardita, su viuda, mientras nos muestra los álbumes que resumen la vida del líder ashaninka asesinado el 8 de abril en su casa delante de su familia.
“Tengo miedo por mis dos varones y mi hijita. Les pueden hacer cualquier cosa”, sostiene.
Estamos en algún lugar de Junín. Hemos llegado aquí tras un largo viaje, luego de visitar su hogar en Puerto Ocopa, Satipo, donde ocurrió el crimen. Los parientes de Santiago se refugian en varios sitios. No desean salir en fotos ni videos, pero necesitan pedir protección y justicia.
De las aulas a rescatar pueblos
Santiago era profesor. A inicios de los 90, se dio cuenta de que el terrorismo ganaba terreno y organizó el primer grupo de ronderos. Con armas artesanales rescató cerca de diez comunidades esclavizadas por los subversivos.
Gloriabamba, Quirishari, Santaro, Shimabenzo, Caperucía, Unión Puerto Ashaninka, Piriskira y Quinteroni figuran en la lista.
“Entre los primeros salvados estaban los padres de mi esposo, pero hemos perdido familia directa. Su hermano y el mío fueron asesinados y descuartizados por ser ronderos. Les dibujaron la hoz y el martillo. Sendero también mató a mi padre y dos hermanas”, lamenta Bernardita.
Puerto Ocopa y su convento se convirtieron en refugio para 1.500 personas, muchas sin ropa y con anemia. Bernardita apoyaba en nutrición y salud.
Antes de involucrarse en la lucha contra el narcotráfico, Santiago se desempeñaba como profesor. Foto: Erwin Valenzuela/ Vanessa Sandoval/La República
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“Cayó en mis brazos”
“Shanti” le decían de cariño y “Cushupirinke” (jergón, serpiente letal) por su valentía. Logró ser alcalde de Río Tambo (2003-2006), regidor de Satipo (2007-2010) y consejero regional de Junín (2015-2018). Tenía tres hijos de 18, 27 y 31 años fruto de su unión con Bernardita.
Santiago se trazó un nuevo objetivo: “Lo que vamos a enfrentar ahora es el narcotráfico”. Días antes del homicidio, sin quebrarse, admitió que corría riesgo. “Tal vez este año no paso de diciembre, estoy en la mira”, confesó ante su esposa.
El día de su muerte, a la 1.20 p. m., gracias a la información que entregó, los agentes de la Dirección Antidrogas (Dirandro) de la PNP interceptaron un bote con 255 kilos de alcaloide de cocaína. Ocurrió en el río Tambo, una ruta usada por clanes familiares, dedicados al narcotráfico, para llegar a Atalaya (Ucayali) y desde ahí sacar la droga fuera del país a través de pistas clandestinas.
“Ha hecho su trabajo la Dirandro. Hay que tener mucho cuidado, nadie va al río, se quedan en casa”, ordenó Contoricón a su familia.
Bernardita recuerda que Santiago volvió tarde a casa ese día. “Era 7.40 p. m. y llega mi esposo. Se bañó y entró a su cuarto. A los cinco minutos escucho que le preguntan a mi hijita, que estaba en el pasadizo. Una voz enérgica: ‘¿Se encuentra el señor Santiago?’. Mi hija lo confundió con un amigo de su papá. Lo saludó, pero él no contestó. La quedó mirando. ‘Papi, te buscan’, llamó”.
“Se me vino un presentimiento. Salgo y él también. Nos miramos. Me dice: ‘Hija, ¿quién es?’. ‘No sé’. Estoy por abrir la puerta, él alza la mirada por la ventana hacia el pasadizo y le disparan en la cabeza. Mi esposo cayó en mis brazos. Mi hijita empezó a insultar al delincuente. Veo y el sujeto estaba apuntándole. ‘¡Mami, ven, entra!’, le grité. La segunda bala iba a ser para ella, pero se trabó el arma”, detalla.
El velorio duró tres días. Los ashaninkas, el grupo originario amazónico más numeroso del Perú, se declaró en paro para exigir justicia. Fueron 18 días. “Llegaron ministros, prometieron muchas cosas, pero no hay nada hasta ahora. Una congresista me dijo que me iba a apoyar para que mi hija ingrese a Beca 18, pero tampoco cumplió”, sostiene la viuda.
Santiago fue asesinado en su casa y frente a su esposa e hija. Foto: composición LR/ Erwin Valenzuela/ Vanessa Sandoval/La República
Los involucrados
La República accedió al expediente a cargo de la Fiscalía Penal Supraprovincial Transitoria Especializada en Derechos Humanos e Interculturalidad de Junín.
De acuerdo a la carpeta fiscal, son cinco las personas que estarían detrás de la muerte de Santiago Contoricón. Por primera vez, se conoce la identidad del presunto autor del disparo y de quien habría ordenado la ejecución en represalia.
Su casa era vigilada por delincuentes días antes, pues el operativo antidrogas del 8 de abril no fue el primer golpe al narcotráfico que se daba gracias al dirigente. Al parecer, como advirtió a su familia, estaba amenazado. Ese cargamento interceptado solo detonó la venganza.
Dos horas después de la incautación, a las 3.00 p. m., un sujeto en motocicleta fue intervenido por la Policía rondando la vivienda de Antúnez, pero al no hallarle nada lo dejaron ir. Era Gerson Tello Asto (23). La Fiscalía le atribuye haber ayudado a los asesinos a instalarse en Pangoa (Junín).
A las 7.50 p. m., aprovechando la oscuridad, el Ministerio Público sostiene que Neto Prado Palomino (26), natural de La Convención, Cusco, entró a la casa, aniquiló al dirigente e intentó matar a la hija menor de la familia. Se le imputan por ello, además de sicariato, tentativa de homicidio. En la escena del crimen se hallaron un casquillo 380 auto marca GFL y su respectiva bala, pues el disparo a la víctima en la cabeza fue de entrada y salida.
Quien lo trasladó ahí a bordo de una moto lineal, de acuerdo al documento, fue su paisano Ronal Pozo Huamán (26), quien es el único detenido hasta el momento y cumple nueve meses de prisión preventiva. Se detalla que el sicario, cuando se le traba el arma, regresa donde Pozo y saca un fusil que este llevaba en la mochila para consumar el ataque. Sin embargo, lo guardó y fugaron rumbo a Mazamari. “No, ya vamos, que vienen los Sinchis del río”, advirtió el gatillero.
En ese distrito, en el centro poblado Sonomoro, a las 7.20 a. m. del día siguiente, las autoridades ubicaron las cosas que habrían sido usadas por los sicarios: una moto Honda XR190 con holograma 8400BC, una capucha negra, una mochila azul, una pistola Glock, un casquillo 380 auto GFL (similar al hallado al lado del cadáver), un fusil, un silenciador y varias cacerinas.
Según el fiscal, el dueño de la droga sería Jesús Sulca Huamán (34), también de la Convención, medio hermano de Ronal Pozo Huamán. Se le imputa haber ordenado el asesinato.
El quinto investigado es Antony Leoncio Loayza Canales (24), dueño de la motocicleta que habría sido usada en el ataque. El caso ha sido declarado complejo y en los próximos días se realizarán una serie de diligencias para esclarecer los hechos.
CNDDHH: ¿cuántos muertos más necesita el Estado?
Mar Pérez, abogada de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos (CNDDHH), resalta que desde el 2021 existe un mecanismo intersectorial de protección para los defensores de derechos humanos, que agrupa a ocho ministerios y Devida. Sin embargo, no cuenta con presupuesto suficiente para funcionar ni proteger. “A la persona en riesgo le ponen custodia policial para que se traslade a otro lugar, pero una vez ahí queda abandonada”, puntualiza.
Paradójicamente, Santiago Contoricón ni siquiera fue considerado en este programa. “No sé cuántos asesinatos más se necesitan para que realmente el Estado haga su trabajo”, enfatiza.
“Desde que comenzó la pandemia la invasión de tierras de las comunidades indígenas por parte del narcotráfico ha crecido 40%”, añade.
La especialista advierte que desde enero del 2020 a la actualidad se registran 33 asesinatos a defensores de derechos humanos, de los cuales el 60% corresponde a líderes indígenas y protectores del medio ambiente.
Despedida del líder asháninka. Foto: archivo / Fuente: Edgar Matienzo
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La voz de Contoricón
En la audiencia institucional “Violencia política y comités de autodefensa” de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, realizada el 16 mayo del 2003, Santiago Contoricón fue uno de los invitados. “Las comunidades nativas han sido arrasadas, desplazadas y ha habido muertes. Existen muchas fosas comunes aún. Que el Estado nos atienda. No nos den alimento, pero queremos que nos devuelvan la paz”, exclamó entonces.
Después de 20 años, aún no hay paz en su pueblo ni en su hogar. Puerto Ocopa llora su muerte y mira con desconfianza a todo rostro ajeno. Santiago, la última víctima del narcotráfico, entregó su vida con la misma frase con la que empezó su solitaria batalla. “La esperanza es para todos”.