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Sociedad

Cusco se divide por paros y reactivación del turismo

Tregua breve. Pobladores de provincias darán tregua hasta el 16. Para los operadores del turismo la medida es insuficiente. Ningún visitante pisará la ciudad imperial mientras persistan amenazas de paros. Están en riesgo empleos de 200.000 personas. 

Pisac. Uno de los lugares turísticos de Cusco se mantiene abierto, empero el número de visitantes es bajo. Las protestas ahuyentaron al turismo. Foto: La República.
Pisac. Uno de los lugares turísticos de Cusco se mantiene abierto, empero el número de visitantes es bajo. Las protestas ahuyentaron al turismo. Foto: La República.

La división entre los cusqueños de la ciudad y provincias comienza a acentuarse. La razón, las protestas sociales contra Dina Boluarte provocaron enfrentamientos y donde salen a flote actos discriminatorios.

Las provincias, bastiones electorales de Pedro Castillo, exigen la renuncia de Boluarte. En la ciudad, se formaron colectivos que promueven marchas por la paz y se oponen al bloqueo de vías que afecta al turismo, una de las principales actividades económicas de la región imperial.

Urubamba, La Convención, Calca, Paucartambo, Paruro, Acomayo, Anta y las bases huelguistas de Cusco dieron tregua hasta el 16 de febrero. Luego retomarán una huelga de cuatro días hasta el 20 de febrero. Es una breve pausa para celebrar los carnavales que reactivaría el turismo interno, pero empresarios del sector turísmo, la decisión es una burla.

De acuerdo con el consultor de turismo sostenible, Carlos Gonzales, las fiestas de carnavales no ayudarán mucho. Existe el riesgo de que 200.000 trabajadores del sector pierdan sus puestos por la parálisis del sector. Para Gonzales, los carnavales solo permitirán un flujo económico local momentáneo.

“Reponer la imagen del Cusco, como destino turístico del mundo, en el mejor de los casos, tomará hasta marzo de 2024", señaló.

De capa caída

Gonzales reconoce que para los extranjeros y nacionales no es seguro visitar la antigua capital del imperio inca. Tienen miedo a quedarse atrapados en algún bloqueo o manifestación. Varios países recomendaron a sus compatriotas no visitar el Perú.

El atractivo turístico más visitado en la zona sur es Machu Picchu. En 2022 registró 1 millón de visitantes, medio millón por debajo del número registrado antes de la pandemia. En este primer trimestre, la cifra no llega ni a los 21.000.

En las redes recorren testimonios con la versión de agricultores en donde dicen que solo las empresas de López Aliaga, dueñas de la concesión del servicio de trenes a Machupicchu, son las beneficiadas con la actividad.

Las cifras de la Cámara de Comercio dicen otra cosa. En 2019, 480.000 personas dependían del turismo. Tras dos años de pandemia y un año de gestión del gobierno de Castillo, casi la mitad perdió sus empleos directos e indirectos.

Los operadores exigen garantías para reactivar el turismo cuando las comunidades campesinas que forman parte de ese legado están en protesta. Ese desacuerdo de los actores imposibilita cualquier reactivación, así desbloqueen las vías, comenta una especialista. “El turista se va al norte, no hay hostilidad”, agrega Gonzales.

Si bien en esta época del año la región cusqueña no recibía un gran número de visitas era el favorito para el turismo nacional. “El turismo nacional no va a regresar hasta que haya noticias claras, dijo el operador turístico Anssony Alcides.

Intensidad de protesta bajó en Tacna

Para el jefe de la Región Policial de Tacna y Moquegua, Edinson Hernández Moreno, el número de manifestantes disminuyó en 70%, con relación a enero.

En Tacna, los mercados zonales acataron el jueves el paro, pero ayer abrieron con normalidad. El general Hernández detalló que en enero se tenían seis mil personas en las marchas en las calles de Tacna, el jueves, esa cifra se redujo a mil.

Para él, ese es un signo de que la población toma conciencia sobre los efectos negativos de la protesta. Él general explicó que las manifestaciones tratan de tomar el poder por la violencia, hecho que afecta al país.

Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco, tiene 2 años ejerciendo como periodista audiovisual y 1 año como comunicadora social. Actualmente es redactora de diario La República en su edición sur.