Bullying entre menores: ¿cómo abordar el acoso escolar desde los hogares y las escuelas?
Responsabilidad del comportamiento hostigante de niños y adolescentes recae en la crianza desde el hogar y la educación en las escuelas. Especialistas recomiendan observar señales de alarma en un posible abusador o víctima.
El jueves 5 de mayo, la ciudadana venezolana Saraí denunció que su hijo de 11 años fue víctima de bullying y agresión física por parte de un compañero de su colegio Víctor Raúl Haya de la Torre, de Puente Piedra. Lamentablemente, los golpes provocaron un esguince cervical y derrame cerebral en la víctima, quien ahora debe permanecer internado en el Hospital del Niño para recibir atención médica ante las convulsiones, cefalea, desmayos y otros síntomas que presenta.
De acuerdo con expertos, este panorama deriva de un problema estructural en el que los principales factores son la crianza de los menores desde el hogar, la educación que se brinda en las escuelas y los propios niños.
“No solo se da de adultos hacia niños, sino también entre niños y, al ser un problema estructural, es uno de gran dimensión. Tiene múltiples causas, una de ellas puede ser que en el hogar se normalice la violencia. Un niño que es violentado está propenso a repetir estas conductas violentas al relacionarse con sus pares”, explicó Matilde Cobeña, adjunta para Niñez y Adolescentes de la Defensoría del Pueblo, en diálogo con La República.
De esta manera, la especialista precisó que, un niño que es maltratado en su hogar naturaliza la violencia y la asume como norma social en las relaciones que construye a lo largo de su vida. “En la escuela también, si se normaliza la violencia, el castigo físico y humillante, entonces harán lo mismo con sus compañeros y compañeras”, acotó.
El rol del testigo
Por su parte, Liseth Paulett, decana de la carrera de Psicología de la Universidad Científica del Sur, puso principal énfasis en el rol del testigo ante el bullying y actos de violencia entre menores, sobre todo cuando se da dentro de las instituciones educativas.
“Existe un agresor, evidentemente, que es quien realiza la acción. Existe una persona que recibe la agresión, el agredido, quien es el ente pasivo que puede recibir el bullying; ya sea de manera física, verbal, emocional o incluso ahora, en épocas tecnológicas, el famoso ciberbullying. Existe también un tercero que nadie lo ha contemplado, una tercera responsabilidad que es tan importante como las dos primeras, que es el testigo. De todas maneras, en este acto, en este grupo siempre hay alguien que tiene el conocimiento antes durante o después y lamentablemente no dijo nada”, puntualizó.
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La psicóloga clínica educativa resaltó los roles que juegan las familias: la de un menor agresor y la de la víctima. En el caso del primero, se debería analizar cuál fue la comunicación que recibió en casa, cuáles fueron los valores que se tomaron en cuenta y cómo apoyaron los padres a la educación de un niño que presenta frustración, que luego se convierte en agresión.
Foto: Los padres de la menor han tratado de reunirse con la directora del colegio, pero no la encontraron. Foto: EFE/referencial
De acuerdo con la experta, también se debería cuestionar dónde está la familia del agredido, quien probablemente recibe amenazas. “‘Mi hijo no quiere ir al colegio o viene con la ropa rasgada, está callado o no tiene amigos’. Entonces, (estar atentos a) todos los indicadores que nos puedan decir que no la están pasando bien, que está siendo amenazado, (ya que) de repente no lo comunica”, aseveró.
En esta línea, Paulett aseguró que, en hechos de bullying y violencia entre menores, hay responsabilidades compartidas.
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Señales de alerta
Matilde Cobeña indicó que los principales signos de alarma que se observan en un niño que es blanco de bullying en su escuela son: resistencia a asistir a clases, llanto, negativa a relacionarse con determinados compañeros, bajas calificaciones y cambios de comportamiento.
“Hay que estar muy atentos. Así como los profesores a veces detectan de que un niño está siendo víctima de violencia en el hogar, los padres o tutores deben estar atentos del niño o niña que tengan a su cargo (...) Hay muchos padres que dicen ‘si te pega, pégale’, no quieren que sus niños sean maltratados, pero sí quieren que ellos maltraten o dan como una respuesta de que también contesten con violencia.”, añadió.
¿Qué se puede hacer desde los hogares?
La escuela de padres toma relevancia en esta situación. Paulett recomienda la crianza positiva; es decir, fomentar la comunicación asertiva, el respeto hacia el compañero, los desacuerdos, trabajar en la frustración de los niños.
“Venimos de un encierro de dos años, nuestras emociones han estado guardadas en la casa y, lamentablemente, cuando ya estamos regresando a las instituciones educativas, salen a aflorar sin ninguna autorregulación de emociones. Entonces, no nos hemos entrenado en casa esa autorregulación y esa aceptación de su frustración, porque está bien estar frustrado, pero tienes que racionalizar la frustración”, destacó.
Ambas especialistas coinciden en un trabajo conjunto entre los padres , el colegio y los niños, quienes son los principales actores.