Sociedad

‘El Ángel de Imata’, cuarenta años después

En 1981, un choque de trenes en Imata acabó con la vida de varias personas y dejó a otras heridas. El galeno Raúl Lazarte, quien también era pasajero, brindó los primeros auxilios. En reconocimiento a su trayectoria y labor fue condecorado como médico del bicentenario.

'El Angel de Imata' fue el apodo que utilizaron los periodistas de la época para referirse a Raúl Lazarte. Foto: Wilder Pari/La República
'El Angel de Imata' fue el apodo que utilizaron los periodistas de la época para referirse a Raúl Lazarte. Foto: Wilder Pari/La República

Hace cuarenta años, una tragedia ferroviaria trajo la muerte sobre los 4.000 metros de altura de la puna arequipeña. La colisión de dos trenes dejó el saldo de 32 muertos, señalan los diarios de la época. Las mismas fuentes relatan que un médico que viajaba a bordo del tren siniestrado, atendió a los heridos y evitó que la cifra fuera peor, por tanto, lo denominaron ‘El Ángel de Imata’. Raúl Lazarte Cárdenas es el galeno de aquel apodo celestial, quien ahora tiene 92 años.

Los últimos días fueron de homenajes para el doctor Lazarte, luego de que la Municipalidad Provincial de Arequipa lo incluyera en la nómina de Arequipeños del Bicentenario. Una placa en la fachada de su casa, certifica la condecoración. No es el primer galardón que recibió el doctor Lazarte. En 1981, fue incluido en la orden Hipólito Unanue por su labor en el choque de los trenes.

Raúl Lazarte con su placa de reconocimiento como Arequipeño del Bicentenario. Foto: Wilder Pari/La República

Raúl Lazarte con su placa de reconocimiento como Arequipeño del Bicentenario. Foto: Wilder Pari/La República

El accidente en Imata fue el 17 de marzo de 1981, cuando un tren colisionó por la retaguardia a otro que hacia la ruta Juliaca-Arequipa. Lazarte estaba en esta última locomotora. En ese entonces, el ferrocarril era el principal medio terrestre que unía el Altiplano con Arequipa.

La colisión generó 32 muertos y un centenar de heridos, señalan las crónicas. El doctor Lazarte recuerda que los vagones iban llenos de gente. El choque fue cerca de las 4 de la madrugada y él no sufrió ninguna herida. Evoca que, de forma instintiva, se protegió con unas maletas ubicadas en los portaequipajes. Después, escuchó los quejidos de las personas heridas.

“Comencé a pedir si alguna de las personas tenían analgésicos, medicinas para el dolor”, señala Lazarte. Él regresaba de un viaje familiar y no traía su instrumental básico. La experiencia previa de trabajar en áreas de emergencia, le dieron el temple para socorrer en el escenario crítico. Atendió a los heridos y los evacuó del vagón. También comunicó por radio a Arequipa sobre el accidente.

Tenía cerca de 50 años cuando se produjo el accidente. Considera que pudo movilizarse sin contratiempos en la altura y en medio de un accidente, debido a la actividad física que desarrollaba entonces. Era aficionado al tenis.

En las crónicas de 1981, Lazarte refiere que recibió la ayuda de una auxiliar de enfermería y dos médicos extranjeros que no hablaban español.

Aquella auxiliar de enfermería era religiosa. Lazarte opina que por ahí pudo venir el apodo de ‘El Ángel de Imata’. En tanto, las notas periodísticas atribuyen el sobrenombre a un cronista.

“Cualquier médico, en la circunstancias que yo me encontré, hubiese hecho lo mismo”, señaló en 1981, luego de uno de los homenajes recibidos.

Años después del accidente, volvió a visitar las zonas de alturas, como Espinar (Cusco), con el programa Mensajeros de la Salud. Felizmente, entonces no fue por un accidente, pero con el mismo objetivo de cuidar la vida de las personas.

Vida en pandemia

Raúl Lazarte revela que también dirigió un programa de salud contra el VIH en los 80, cuando la enfermedad se propagaba a nivel mundial. Hoy, en medio de la pandemia de COVID-19, pide mantener los cuidados y métodos de prevención, como la vacunación y el uso de mascarillas. ‘El Ángel de Imata’ cuenta que hace una semana recibió su vacuna de refuerzo.

Pide, además, evitar reuniones que por esta época podrían ser focos de contagio.