La noche roja que el Perú pasó en blanco
“Una generación bicentenaria, que no hace saludos a la bandera, sino que le devuelve sentido como símbolo patrio”.
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Eduardo Ugarte
Periodista
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La noche del sábado se enrojeció con la muerte de dos jóvenes manifestantes contra Manuel Merino, víctimas de la represión policial con perdigones (que sí son letales) y bombas lacrimógenas. Con esta noticia de la muerte de Inti Sotelo y Brayan Pintado, el Perú pasó la noche en blanco, esperando la renuncia de Merino y el Gabinete, el cambio de Mesa Directiva de congresistas y la “opinión” del TC.
Con el día renunciaron trece ministros, se ofreció una nueva Mesa, premier y presidente se negaban a irse. Demoraba la reunión de bancadas. Lima inició una marcha de ciclistas –en nuestra ciudad en Mercaderes, San Juan de Dios y Jerusalén–, y se volvía a juntar la ciudadanía, mientras Ántero Flores Aráoz, no solo no sabía aún porqué salían y qué querían los jóvenes en las calles, y pedía tranquilidad (¿?).
Este vivir fuera de la realidad de Merino y su séquito –patético en Flores Aráoz–, defensores de intereses anti país que proyectan al Congreso y sus disparatadas leyes, tiene su contraparte en los jóvenes y la claridad del Perú que quieren –y más aún del que no quieren–, en una brecha generacional que tal vez en 200 años de no completada República recién la estén cuajando, sin guía de políticos, sino más bien, contra ellos de decepcionante actuar porque “Se metieron con la generación equivocada, nosotros SÍ tenemos memoria”. Una generación bicentenaria, que no hace saludos a la bandera, sino que le devuelve sentido como símbolo patrio.
A las 12:16 renunció Merino con irreal mensaje dejando en sus cargos a los ministros “para evitar vacío de poder”; las calles se llenaron del “Sí se pudo” y volvieron los cacerolazos, pero no de protesta; el rojo y blanco quedó en las lavadas banderas y los polos de los celebrantes. Recién se pudo decir buenos días, para iniciar la espera de la decisión del Congreso que nombre al nuevo presidente transitorio de un Perú que sepa escuchar a los jóvenes, a la calle y la razón para superar la crisis, si el TC no dispone otra salida.



















