La conmovedora historia de animales rescatados que dejaron las frías calles y recibieron una segunda oportunidad

Tristes, sin alimentos y sin cobijo, así han quedado varios gatos y perros durante la cuarentena. Algunos que ya vivían en las calles y se alimentaban de lo que la gente les podía dar, otros que han sido abandonados a su suerte ya que sus dueños no podían seguir haciéndose cargo de ellos.

Adoptar un animal implica muchas responsabilidades, pero es totalmente retribuido con el amor que entrega la mascota. Es por esto que varias personas, al encontrarse en casa en este tiempo de pandemia, han decidido darles una segunda oportunidad a perros y gatos indefensos que estaban en busca de un nuevo hogar.

La historia de Miguelito el travieso

Miguelito es un perro de dos años que llegó en julio a la casa de Paola Vargas. Fue rescatado por el albergue Voz Animal y luego de un proceso de adopción, pudo ir a la casa de sus nuevos dueños.

Al inicio, Paola menciona que era muy tímido, se quedaba en un solo lugar. Con el paso de los días y el apoyo de su nueva dueña y sus hijos, ha podido tomar confianza y ahora está por toda la casa.

“Se ha acostumbrado bien rápido, es bastante inteligente y ha sabido convivir con nosotros”, indicó Paola. Además, mencionó que aunque ella trata de mantener su casa en orden, a veces Miguelito hace travesuras. “Él puede estar por toda la casa, a mí me choca porque quiero tener mi casa ordenada, pero a mis hijos les encanta”.

Ahora Miguelito tiene ‘amigos’ perros más pequeños que él, le encanta correr en el parque y se le observa más seguro de sí mismo. Pese a los cambios de rutina que ha significado la mascota en sus vidas, Paola y sus hijos están felices de la decisión que tomaron.

El pequeño Chidi encontró un hogar

Mariela Castro también adoptó un perrito durante la cuarentena. Aunque no planeaba tener más mascotas, ya que tiene dos gatos y una perrita en casa, tuvo el impulso de salvar a unos pequeños cachorros indefensos.

Ella escuchó el llanto incesante de cuatro perritos que habían dejado en el parque ubicado al frente de su casa, por lo que salió a ver qué era lo que pasaba. En seguida, les tomó fotografías a los pequeños para compartirlo en sus redes sociales y puedan ser adoptados.

Luego de conversar con sus padres, ellos aceptaron quedarse con uno. Mariela comenta que a su padre no le gustan tantos los animales, sin embargo, en el instante que vio al nuevo integrante, a quien decidieron llamar ‘Chibi’, se encariñó mucho con él y se comprometió a hacerse cargo de sus gastos.

El pequeño Chibi es color caramelo, tiene un mes y es el más pequeño de su camada. Cuando el veterinario lo examinó, se preocupó por él porque veía que estaba muy débil. Luego de recomendarle algunos medicamentos y alimentación especial, Mariela acudió a comprarlos, esperando que eso ayude a Chibi a sentirse mejor.

“Estoy con él como mamá, lo cuido y lo alimento”, menciona. Además, añade que Chibi es el consentido de la casa: “Es tan lindo porque es tan cariñoso, es como si se diera cuenta que ha sido rescatado”, señaló.

Tom, el gato amoroso

El pequeño Tom fue abandonado dentro de una caja junto con sus tres hermanos felinos, quienes no dejaban de maullar asustados. Gloria Gálvez los encontró y no sabía qué hacer con todos, porque ya tenía dos gatos en casa. Decidió tomarles foto y enviarle por WhatsApp a sus amigos, y es ahí cuando José Díaz decidió rescatar a Tom, el gatito de manchas grises.

Llegó a casa en un taxi, asustado pero con mucha curiosidad por su nuevo hogar. Al tiempo, Gloria buscaba adoptantes para los otros tres pequeños. José le ofreció paté y lo bautizó como Tom, quien devoraba lo ofrecido por su nuevo dueño. “Pensaba tenerlo de forma temporal, pero me he encariñado con él”, afirmó.

Luego de desinfectarle las patas, el gatito se metió rápidamente en la cama de su dueño y no podía alejarse de él ni un momento. “Se ha convertido en la compañía ideal. Ahora tiene 4 meses y sigue siendo desconfiado con los extraños, pero es muy amoroso”, indica José. Por su parte, Gloria logró encontrarle hogar a los hermanitos de Tom.

La divertida Lola y su nueva vida

Mayra Puntillo se encontraba en la búsqueda de adoptar a una mascota pequeña, cuando encontró una publicidad del albergue Voz Animal y decidió hacerse cargo de Lurina.

La historia de Lurina era triste, ya que esta perrita callejera de 5 años y medio tenía sarna y por este motivo, ya no tenía pelo en varias zonas de su cuerpo.

Además, cuando la encontraron ella había dado a luz a cachorros, estaba amamantando de manera precaria. Fue rescatada en Lurín por el albergue mencionado y la pusieron en adopción. Ya recuperada, Lurina encontró un hogar en Mayra y su hermana.

Ahora Lurina se llama Lola, y es la estrella en el departamento de sus nuevas dueñas. “Nunca he adoptado a perros mayores, siempre a cachorros, ha sido un reto grande pero creo que ahora está muy contenta”, menciona Mayra.

De igual modo, mencionó que al llevarla a su nuevo hogar, tuvo problemas por su alimentación, pero ellas han hecho lo posible para que logre adaptarse. Agregó que le gusta salir a pasear y le cuesta regresar a casa, pero con paciencia y juegos logran que retorne de buen humor.

Mayra menciona que Lola es una excelente compañía, además de muy cariñosa y divertida. “Le decimos ‘taquitos’ porque sus patitas suenan en el parquet, nos ha alegrado la vida”, concluyó.