Mujeres, culpa y violencia
“Si la abuela de la niña culpa a la madre, está en su derecho de luto. Eso no da derecho a nadie más de hacerlo”.
“Bestia, inhumana, por tu culpa asesinaron y violaron a tu hija”. “¿Qué estaba haciendo la mujer ésta? ¡Tomando! Y después no fue a dormir a su casa. ¿A dónde estaba durmiendo? En un hotel”.
Esto le gritó un conductor de TV en vivo a la madre de la niña Camila (4), violada y asesinada. Y no son pocas las mujeres y hombres que se suman al linchamiento contra la madre por haber salido a socializar la noche en que su hija fue asesinada. Lo que esas personas no alcanzan a ver es cómo este tipo de opinión perpetúa uno de los más grandes y nocivos mitos en las violaciones: que la culpa es (también) de la mujeres.
Hacer a la madre co-responsable es cruel y carente de empatía con quien es la más afectada con la tragedia después de la niña. Pero es además la forma en que se contribuye a difundir en la sociedad el estigma de la culpa en la mujer, el estigma de la puta, y el de la incompetencia femenina si su rol no es el de la absoluta abnegación y sacrificada entrega. Un rol inculcado por la dominancia masculina y conservadora durante centurias para asegurarse de que las mujeres críen a los hijos y preparen la cena mientras ellos están afuera en el mundo acumulando dinero, poder y prestigio. Esa es una de las formas más sutiles y efectivas de la opresión contra la mujer.
Que una madre se vaya a un evento social y deje a sus niños durmiendo al cuidado de quien considera puede cumplir la función de velador por las horas que estará ausente, no la hace ni una milésima responsable de que su niña haya sido violada y asesinada. Culparla porque ‘se fue a chupar y/o a putear’ no solo es lesivo a la madre sino también a las mujeres.
Aún en el caso de que la madre hubiese salido a tener sexo, lo que tendríamos que pensar es que está en su derecho, que ella es competente para saber las medidas que toma para ello. Y que aun si yerra, eso tampoco la hace responsable de que un depredador viole y mate a su hija. Si la madre hubiera salido a una entrevista de trabajo, a dejar una mercadería o a ayudar a una amiga en problemas, ¿también era culpable? Allí no, ¿no? Entonces dense cuenta que el prejuicio es que salió a respirar aire social, como si eso no fuese también una necesidad de salud física y mental.
Si la abuela de la niña culpa a la madre, está en su derecho de luto. Eso no da derecho a nadie más de hacerlo. Ni aunque tú seas madre soltera y contenta de tu rol abnegado. Porque quizás a ti si te alcanza para contratar a quien te cubra mientras te vas a airear. Porque puede que en tu entorno 9 años sea muy pequeña para cuidar a otros, y no se te ocurre que en otros estratos sociales las niñas de 9 tienen responsabilidades de niñas de 14 o 15 en otros entornos socieconómicos.
Cada vez que tú o alguien se enfoca en la supuesta responsabilidad de la madre, el violador se sonríe… porque en ese preciso instante lo que le dices al perpetrador es que si encuentra una niña vulnerable, él puede proceder… porque ‘para qué la dejan, pues’.
Está probado que los violadores no son en su mayoría enfermos, sino hombres ‘normales’ que se bestializan por poder, control y porque su masculinidad socialmente se sostiene y centra en el sexo, control y poder. Y porque sienten que pueden salirse con la suya.
Cada vez que sientas el ímpetu de culpar a una mujer, detente y piensa que tu opinión se sumará a la violencia social contra la mujer que estimula que los abusadores se sientan menos responsables y más ligeros de culpa; cuando todo el desprecio, la culpa y la condena deben estar dirigidas solo a ellos. Si culpas a una mujer, te haces cómplice de la violencia sistémica contra la mujer. Y el círculo vicioso continúa.