El género en los tiempos del cólera
“La población adulta mayor llega al 12,4% (INEI, diciembre 2019) y merece ser visibilizada y protegida en sus derechos”.
“Tomó la mano de ella y se la puso en el pecho: Fermina Daza sintió casi a flor de piel el viejo corazón incansable latiendo con la fuerza, la prisa y el desorden de un adolescente. Él dijo: demasiado amor es tan malo para esto como la falta de amor”, con estas palabras Gabriel García Márquez cierra su famosa novela El amor en los tiempos del cólera, en la que demuestra que el amor puede ser experimentado con pasión aún en la tercera edad “cuando lo justo era pensar que ya no les quedaba tiempo sino para esperar a la muerte”. Los viejos y las viejas —para evitar eufemismos— en sociedades sanas deben ser quienes orienten nuestro futuro, nos enseñen la vida y le memoria, y nosotros los respetemos y dejemos que sigan aprendiendo y enseñando.
Sin embargo, son los adultos mayores los ninguneados, los olvidados, los defenestrados de labores como la enseñanza. Y ahora uno de los grandes sectores de la población completamente fuera del debate electoral: se les trata como si fueran niños, se les infantiliza de manera vulgar —“abuelito, abuelita” a veces le dicen las enfermeras o los operadores de salud—, se les ningunea en una sociedad que denigra a quien no cumple con los estándares de productividad capitalista. Nos referimos a hombres y mujeres que han sido trabajadores, emprendedores o amas de casa y a quienes se les debe respetar hasta el último de los suspiros de su vida.
El Congreso anterior debió firmar la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores para avanzar y enfrentar el problema. Pero no lo hizo una vez más por esa mezcla de miedo e irracionalidad. El pastor Juan Carlos Gonzales Ardiles, congresista fujimorista, vetó la palabra “género” en el convenio internacional, y finalmente a pesar de que tenía dictámenes en mayoría e informes de varios sectores y había sido aprobado con voto mayoritario en el pleno se congeló por un recurso de reconsideración. No exageramos cuando llamamos a estos grupos ultraconservadores “anti-derechos” porque su ideología, obtusa, paranoica y obsesiva, se ciega para cerrarle los derechos a las personas que los necesitan.
La población adulta mayor llega al 12,4% (INEI, diciembre 2019) y merece ser visibilizada y protegida en sus derechos. No ganamos nada infantilizando a los adultos mayores o pensando que la solución son políticas paternalistas.