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Sociedad

La evolución de la fiesta de la Virgen Candelaria en Puno

Lanzamiento. Con diferentes danzas, se representó cómo esta manifestación religiosa fue cambiando con los años. El escenario fue el estadio Enrique Torres Belón.

Muestra. Bailarines dieron sus mejores pasos.
Muestra. Bailarines dieron sus mejores pasos.

Liubomir Fernández

El campo de juego del estadio Enrique Torres Belón se convirtió en el mayor escenario de música y baile de quechuas, aimaras y mestizos el pasado viernes. Cinco mil bailarines de danzas autóctonas y trajes de luces dieron una pequeña muestra de lo que se vivirá en febrero en honor a la Virgen de la Candelaria, patrona de Puno.

De esta manera, la Federación Regional de Folklore y Cultura de Puno (FRFCP) dio cumplimiento al lanzamiento de la festividad. La programación arranca el 1 y 2 de febrero con la presentación de las danzas autóctonas, mientras que el 9 y 10 harán lo propio los conjuntos de danzas de trajes de luces.

El escenario será el recinto deportivo antes mencionado. Para el 11 de febrero, está fijado hacer la gran parada de veneración por distintas arterias de la ciudad.

Evolución

Desde las tribunas, el público no coreaba goles, sino plegarias, cuando la sagrada imagen ingresó a la cancha sobre los hombros de las principales autoridades. A partir de ese momento, se representó la evolución de esta festividad.

Las celebraciones datan de 1750. Empezaron como una fiesta de indígenas para agradecer a la Pachamama (Madre Tierra) por los frutos que ofrece esa deidad.

Esta etapa de la representación estuvo a cargo de diversas organizaciones culturales. Sus integrantes pusieron en evidencia cómo es que los hombres del Altiplano, al amparo de su cosmovisión, empezaron las celebraciones con danzas pastoriles, agrícolas y otras.

Se puso en evidencia que cada localidad, a medida que pasaba el tiempo, se sumaba a la fiesta con sus propias manifestaciones. En el campo de juego se dejaron ver danzas como el kajelo, waka waka, sikuris, entre otras. Sus orígenes son quechuas y aimaras.

La etapa de la conquista fue representada con danzas de trajes de luces. Estas, en su mayoría, son expresiones del choque cultural entre el mundo cristiano y la fe que le tenían los indígenas a los apus o montañas.

Estuvo en escena la diablada, que para el cristiano es la lucha del bien (ángeles) y el mal (diablos). Empero, para el hombre andino, es el reflejo de los seres que viven en el uku pacha (mundo de abajo).

Las demás danzas tienen un significado particular. Los danzarines ingresaron al escenario agrupados por categorías y se despidieron con huainos. Al final, protagonizaron un pasacalle por distintas arterias de la ciudad.

Diablada. Esta danza representa la lucha entre el bien (ángeles) y el mal (diablos).)

Diablada. Esta danza representa la lucha entre el bien (ángeles) y el mal (diablos).)

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